En mi pasado, asistí a una escuela maravillosa, en la que aprendí mucho y se respetó muchísimo mi "humanidad" y mi capacidad de decisión (por más miope questa fuera). La directora, Ana Perellón, era una mujer visionaria y sabia, que sabía entablar una conversación simultáneamente desde su autoridad y desde la complicidad con cualquiera de los alumnos de cualquier edad. Todos recibíamos correcciones razonables y racionales cuando hacíamos alguna travesura, y mucho estímulo e impulso cuando destacábamos en algún campo del conocimiento.
Al partir de este mundo, Ana dejó a tres niñas hermosas e inteligentísimas con su papá. Hace poco por vueltas que da la vida, mi musa se encontró con la mayor de ellas, Astrid: brillante, simpática y con mucho empuje. La invitó a la casa, ha venido varias veces y los tres hemos charlado muy sabrosamente y nos hemos puesto al día.
La última vez que vino me quedé un poquito triste, forma parte de un uninivel (en mis tiempos se les decía multinivel) y nos quería invitar a ser sus "socios". Cuando nos expuso el plan tuve una regresión al tiempo en que mi espíritu estaba perdido y yo andaba tras la riqueza fácil con AmWay. Son exactamente los mismos argumentos: 1.- preguntar por el sueño de la víctima (los anhelos que motivarían a la acción al involucrado), 2.- prometer un "vehículo económico" para lograr dichos anhelos en el tiempo record de un año e invirtiendo la ridícula suma de una hora diaria (grandes mentiras fundamentales), 3.- aclarar que Xango (AmWay, Orbis, etc) es sólo un proveedor de entre tantos (no, nunca, no quien te emplea) y se compromete nada más a entregar en tu domicilio un producto semi-mágico (listado de bondades del producto). 4.- que las ganancias vienen del modelo de distribución, el cual no usa publicidad ni intermediarios (otra mentira), 5.- que al armar y consolidar a tu "equipo" de consumidores-vendedores-couchs, empezarás a cobrar regalías de por vida sin tener que mover un dedo nunca más (otra gran mentira). 6.- que su programa de coucheo y capacitación brinda adicionalmente una gran oportunidad de crecimiento personal que hace de cualquiera en poco tiempo un experto vendedor-coordinador (otra). Al final, con todas esas ventajas y oportunidades, no quererse inscribir o afiliar parece más una necedad que un acto racional.
No me gustó que anduviera con esos pescadores de ilusiones, porque me vi en mi época pre-Baudolino. Un momento gris de varios años en que anduve en pos de un sueño prefabricado mientras desatendía con buenas excusas a la supuesta verdadera razón por la que lo hacía (tiempo para estar con la en ese entonces dueña de mis desvelos). Al final esa confusión de mi querer me llevó a una sorpresiva ruina, y fue sorpresiva sólo porque yo estaba tan embobado que no la vi venir. No descarto la posibilidad de que Astrid se vuelva millonaria en eso, pero mi experiencia indica que son muy pocos los que lo logran, y no dejan de trabajar incansablemente (claro, como benefactores filántropos, para ayudar a los demás a crecer) en que el negocio continúe.
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