Para perder once días al hilo de adelanto en el blog, deben de tomarse las siguientes consideraciones: primero que nada, es imprescindible la excusa del viaje, sin viaje no hay argumento que valga. También es necesario un avance de por lo menos catorce posts, que le den al bloggero en cuestión la garantía de que pase lo que pase the show will go on incluso si él no puede acercarse a una máquina conectada a internet durante todo el viaje.
Salimos hacia Veracruz el viernes dos de enero los papás de mi princesa, ella y yo. La primera escala fue en Perote, donde desayunamos en un restaurantcito de orígenes españoles coño. Luego seguimos hacia Xico, y de ahí a su cascada, o salto de agua, en donde bebí un Jarochito de toronja que una vez acabado descubrí que ya había caducado, ya decía yo que ese sabor... Posteriormente nos dirigimos a Jalcomulco, donde hay un río con rápidos concurridos por adeptos al rafting. Desistimos de bajar el río en una balsa pero ahí nos quedamos a comer a orillas del agua, a la merced de cientos de diminutos mosquitos que cenaron nuestra sangre, y luego, non-stop al puerto de Veracruz. Tras el registro e instalación en el hotel caminamos al café Andrade donde nos reunimos con el resto de la famiglia de mi amada y bebí dos capuccinos mientras mi musa consumía un sandwich. De regreso al hotel compramos agua embotellada y leche.
El segundo día fuimos todos en caravana primero al salto de agua de Eyipantla cerca de San Andrés de los Tuxlas, previa escala para comprar unos puros en ese pueblo tabacalero. Luego fuimos a la laguna de Catemaco y dimos el típico tour en lancha. Durante la navegada nos aproximamos a “la isla de los monos“ en donde en efecto hay unos macacos obesos con cara roja, pero no son de la misma especie que mi amada vio hace años que visitó el mismo lugar y se aproximó a la misma isla. El lanchero nos confirmó que los que ahora veíamos son parte de un experimento de la universidad de Veracruz, la cual los llevó ahí y les llevan comida a diario, y con todo lo que les avientan los turistas están que revientan.
Sospecho que alguna bruja o algún brujo catemaqueño que nos vio a mi compañera y a mí tan felices y alegres nos envidió y nos echó el mal de ojo porque esa noche nos peleamos. Regresamos ya tarde al puerto, cenamos y nos dormimos enfurruñados. El resto del relato viajero continuará en el siguiente post en este mismo blog a esta misma hora.
1 comentario:
q lindas vacaciones tuvieron!!!
y yo aqui nomas, sin moverme...
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