El sábado antepasado después de que recorrimos la colonia en busca de casas y deptos llegamos al ahora detestable y minúsculo habitáculo en que mi musa y yo vivimos, y Rodrigo, que nos había acompañado se dispuso a prepararnos un choro-gaspacho con un jugo de vegetales orgánico comprado en una tiendita de la colonia Condesa deliciosamente llamada Green Corner. Si hay demanda el mercado provee, dicen los economistas. Antes de preparar la bebida, Rodrigo se puso a leer los ingredientes del Lakewood Organic Super Veggie 100% Vegetable Juice Blend: "contents: A blend of organic vegetable juices, organic carrot, organic celery, organic broccoli, organic beet, organic parsley, organic lettuce, organic spinach, organic watercress, organic lemon juice, organic jalapeno, etc." Y mi comentario al respecto fue: ¿Y eso se lo traen en bicicleta del gavacho, o en qué medio de transporte?
Rodrigo se quedó congelado, me dijo que era yo el diablo.
La semana siguiente le platiqué el episodio a mi analista, y resulta que ese comentario mío fue un mecanismo de defensa llevado a cabo de un modo "super astuto", ya que al no carecer de ingenio obliga a cierto reconocimiento de la creatividad, o a la risa. Parece que soy un cabrón porque lanzo el dardo, doy la cara, y encima pretendo que reciban el aguijonazo sonriendo. Sin embargo yo no lo vi así, admito que fue un mecanismo de defensa, pero no contra mi amigo, sino contra el mensaje ilusorio que querían transmitirnos los productores dese jugo. Soy muy dado a denunciar a los vendedores de ilusiones y pescadores de ineptos.
Otra "sugerencia" de la doctora es que soy un irrespetuoso (y eso ha de ser negativo), no está en lo más mínimo equivocada, yo respeto más por lo general a quien es recurrentemente menos indulgente consigo que la mayoría. Sé que muchos se engañan a sí mismos de la manera más burda y torpe, pero hay otros que se engañan con juegos mentales más complicados, así que requieren otros términos. Dicho de otro modo más auto-indulgencia equivale a menos respeto de mi parte.
Adicionalmente está la reciprocidad, cualquiera que quiera llegar a imponer sólo sus términos en una relación conmigo, sin aceptar de algún modo que también mis términos son importantes y válidos, logra que el respeto hacia él o ella sea menor. Pero eso es dentro de una escala que no excluye el respeto, porque en mi caso creo que toda persona merece un mínimo de respeto, de hecho, a las personas no hay que tocarles ni un cabello, desde mi punto de vista la integridad personal está garantizada.
No así las opiniones de las personas, a las cuales si se tienen las herramientas conceptuales necesarias se las puede hacer trizas y echar abajo sin ningún detrimento real para el opinante, y sin remordimientos. Echar abajo una estupidez no es una falta de respeto, a menos que respetar sea dejar en su letargo a aquellos que quieres que te acompañen a lo largo de tu aventura vital. Respetar a la persona y su integridad física sí, respetar del mismo modo las opiniones no, porque entonces hay que atender igual a las noticias de que el mundo es plano, el condón propaga el sida, una serpiente le habló a una tal Eva, dos más dos son cinco, y todas las posibles ocurrencias de cualquiera, con la misma fuerza que si fueran las esbozadas (y siempre revisables) por la ciencia.
3 comentarios:
Dos más dos
Cuando leo tu blog generalmente veo varios posts que no he leído, así que en un post más reciente que este puse un comentario sobre los analistas. Y ahora que leo este post, te digo: esa analista no te va a servir. Wey, si quieres platicar, ya te dije que me puedes llamar, y ya sé que lo sabes, pero te lo repito. Ya sabes que yo no soy indulgente contigo, pero te conozco mucho mejor, y sé que ese comentario no tenía nada de irrespetuoso. Pinches analistas nacos. Bueno, supongo que los debe haber bien cabrones. Pero ps insisto es que esos deberían de andar ai curando a gente genuinamente loca y no a gente normal -cuan extraordinariamente inteligente- como tú.
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