7 de abril de 2009

Jus ad bellum

Sostengo que en la mayoría de las ocasiones en que se presenta un conflicto interpersonal es porque se estaba buscando activamente de ambos lados, una parte encuentra ocasión perfecta en el agravio de la otra para agraviarle. En términos militares, los dos bandos están buscando casus belli para justificar las tonterías que ya antes habían premeditado hacer. Así pues: un reclamo es una invasión, una crítica es una crueldad, una broma es una agresión, y la resultante esgrima conceptual hace mostrar el cobre a los participantes. Al final, siempre, alguno (o los dos) cede(n). Siempre, si las partes quieren seguir jugando. Si no, no quieren seguir jugando, por las infinitas razones que sean, y se acabó.

Dice por ahí el dicho: La verdad no peca, pero incomoda. Así que una forma muy común de casus belli es cuando sale a la luz una verdad que el interpelado quisiera oculta incluso para él. ¿Qué hace tan temible saber lo terriblemente malos, mediocres, obstinados, egoistas y estúpidos que somos?, pero, ¿yo también? (se preguntará el lector), sí, yo también (tendría que responderse si fuese honesto). Pues bien, quienes se lo niegan (y quieren convencerse de su propia enormísima bondad) también están buscando casus belli, así como el que les pone en frente a la verdad de la que querían olvidarse. Entonces, si una verdad te hiere, remédialo internamente y resuélvelo en tus acciones, usarla como coartada es desvirtuar ese dolor que te inflinje la diosa razón y su ninfa la duda. Si lo que desata el conflicto es una verdad, ya se estaba buscando pelea.

¿Pero qué hay de los casos en los cuales lo que decidimos combatir es la mentira, la inexactitud, la injusticia? Pues se decide combatir, lo demás son casus belli. Pero entonces, ¿no hay nada que merezca ser refutado, desmontado y/o aclarado? Nadie dijo eso, lo que no se vale es que refutar sea motivo de represalias en otros niveles de la realidad, es decir, que las ideas encontradas que están en el plano conceptual se vuelvan excusa del conflicto en otros planos, como por ejemplo el de las emociones.

Ahora bien, ¿qué pasa si aquel que esparce una falsedad está buscando concientemente casus belli (o sea, que los defensores de la verdad quieran "coartar su libertad de expresión" para que entonces el falsario pueda tomar represalias)? Pues entonces, cuando no le funcione y sea refutado de manera cortés y correcta, cambiará de estrategia para seguir buscando pleito, hasta lograrlo eventualmente...

Finalmente creo que de lo que se trata es de entender que uno podría estar buscando el conflicto y por ende mejor despegarse del curso de acciones que podrían contribuir a acrecentarlo. Luego hay que aguantar, porque no es lo mismo darse cuenta uno y alejarse del mal camino buscapleitos, a que la otra parte se de cuenta y decida resolver en lugar de combatir. Ultimadamente, dentro del mismo juego todos tenemos límites que podemos usar de casus belli pero que ya fuera del juego no importan.

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