Y así nos encontramos confrontando un sistema de poder basado en ideas de las relaciones de propiedad que la tecnología de los dueños ya estaba haciendo obsoletas. No es posible para organizaciones industriales el hacer un trabajo mejor distribuyendo música del que pueden hacer menores con doce años de edad. De ahí el mundo en el cual la industria de la música confronta a los niños en las barricadas, intenta encarcerlarlos, multarlos, controlarlos, y pierde. Lo mismo se cumple para todas las demás formas de arte que nos fueron dadas por el siglo XX y que están siendo liberadas por la misma tecnología con la que los controladores de los artistas confiaban en controlar al arte aún más. Este, como la adopción de la imprenta de tipos móviles al final del siglo XV, constituye un momento en el cual los poderes del control han adoptado tecnología que transforma sus condiciones de existencia, lo quieran o no. Ellos no lo desean pero les sucede de todos modos. Y la tecnología que ellos han liberado, como el aprendiz de brujo, se encuentra a si misma abrumada por sus propias implicaciones.
El movimiento del software libre, con el cual he tenido cierta leve asociación, el movimiento del software libre es el inicio del reconocimiento de las implicaciones de la tecnología. Un reconocimiento basado no en la idea: "podría escribir mejor software si pudiera compartirlo con otras personas", sino más bien, como el Sr. Stallman dejó claro desde el principio, un reconocimiento político: la Libertad es un bien en si mismo. Inhibir el compartir, prohibirle a las personas que enseñen a otros lo que saben, y prohibirles que aprendan lo que ellas mismas quieren saber está mal. El movimiento del software libre no fue un movimiento de la tecnología; fue el rostro de la lucha por la libertad del pensamiento con aspecto tecnológico. Tomó ventaja de la realidad tecnológica para ocasionar un escrutinio más profundo de las posibilidades políticas. Y estamos aquí el día de hoy porque esas posibilidades políticas fueron asimiladas.
Ya no hay un solo gobierno en la tierra que deje de comprender las posibilidades sociales de la libertad del software: como una estrategia de desarrollo para una economía, como una estrategia educativa para una población, como una reafirmación del derecho del público para obtener lo que paga, de los servidores públicos, a los cuales emplea para pensar e inventar y mejorar la infraestructura de la vida social. No hay una sola empresa de las industrias tecnológicas en la tierra que deje de reconocer el enorme poder constructivo de la creatividad desatada en las personas individuales. Esta misma semana, una organización, SUN Microsystems, que ha mostrado en el pasado la creencia en que software grandioso podía hacerse en secreto tras puertas cerradas, ha decidido reconsiderar esa proposición respecto al más importante activo de software que posee. No hay una sola empresa cultural en la tierra que no esté al tanto de la competencia en la cual su brazo de distribución ahora se encuentra, con la libertad como su más temible competidor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario