Las herramientas que obtuvimos del sistema de la propiedad industrial de la información producidas por el siglo XX, esas herramientas son las mismas con las que deshacemos la deslibertad y le regresamos a nuestras comunidades, a nuestros amores, a nuestros amigos, a nosotros mismos la condición de liberación por la cual todos hemos y por la cual también nuestros ancestros esperaron largamente. La tecnología del siglo XX hace nuestra liberación posible, porque la tecnología del siglo XX convierte lo sólido en aire digital. "Todo aquello que era sólido", se dijo, "se derretiría". Y así lo hizo.
El siglo XX conoció a la información como artefactos físicos, cosas, que hacerlas, moverlas y venderlas cuesta dinero. Más que en cualquier momento en la historia previa de los seres humanos, die Gedanken sind nicht frei, por necesidad porque las cosas tienen costos. Thomas Edison hizo posible que la música, que había sido por toda la historia de los seres humanos un acto de comunión, una cosa inherentemente compartida, que esa música se volviera un producto, un objeto, un bien de consumo. Y de la transformación del arte en bien de consumo creció la creencia de que el arte podía ser poseido. Lo cual tuvo sentido incluso cuando el arte eran protuberancias en un delgado trozo de estaño sobre un disco de plástico. Pero el arte ha regresado a la informidad de la cual vino. Ha vuelto a ser lo que fue a lo largo de la historia de los seres humanos hasta Edison: ha vuelto a ser algo que se debe compartir para existir.
La tecnología del tardío siglo XX invirtió las condiciones de poder que la hicieron. Esta no es la primera vez que ese sistema de producción social llamado capitalismo ha tenido dicho efecto. Cuando escribí una cosita llamada "El manifiesto punto-comunista" hace algún tiempo, lo estaba haciendo para mostrar que una forma de análisis social característica de aquellos que buscaban la libertad en el siglo XIX podría tener cierto reconocimiento en el XXI. No como un objeto de análisis político normativo sino como un comentario de las actualidades del día. La lucha de la tecnología burgesa por obtener siempre una mayor funcionalidad, tal que mina sus propias condiciones de existencia fue una observación hecha por espectadores sagaces hace ciento cuarenta años, y vivimos en el cumplimiento de su verdad. La propiedad luchó para reducir sus costos, para mantener bajos los costos al hacer el bien de consumo, a fin de permitirse mayores lucros. Y al final, como fue tan perspicazmente notado en la década de 1860: "Todo lo que fue sólido se disolvió en el aire", y el aire era algo que todos sabíamos que podíamos respirar libremente.
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