En casa terminé el de Invitación a la ética, que me parece tan pero tan bueno que quiero volverlo a leer en cuanto termine los que recién inicié. Por un lado está el de La hermandad de la buena suerte, novela acerca de un jinete desaparecido, único capaz de montar exitosamente a un caballo "perfecto" en una carrera importantísima. Me detuve justo antes del último capítulo para esperar a mi musa que me pisa los talones, y poder echarnos juntos la recta final. Mientras tanto inicié el Diccionario filosófico, que no es un libro de consulta eventual sino uno que se debe leer como cualquier otro (excepto Rayuela), de cabo a rabo. Todos los libros mencionados hasta aquí (excepto Rayuela) son obviamente de Fernando Savater, cuya erudición filosófica y juegos lingüísticos se filtran en cualquiera de sus obras.
Cuando acabe el Diccionario filosófico volveré a leer el Tratado general de semiótica, en inglés A Theroy of Semiotics, para refrescar el conocimiento, y ver qué tanto se me quedó incubando (y floreció) desde la última vez que lo leí y qué tanto sólo pasó por mis retinas sin ser retenido por mi memoria. Quiero llegar a sabérmelo casi como me sé Baudolino, poder recordar específicamente de qué trata cada parte, que viene despues etc. Al final, cuando lo acabe volveré otra vez al de Invitación a la ética, para darle unas cuantas vueltas más. Me doy cuenta que si repito libros así, nunca voy a llegar a tener el bagaje de los grandes... Me resigno, me gusta leer a estos grandes.
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