14 de mayo de 2009

Fiscalizar el trabajo, no el ocio

En la oficina compraron e implementaron un nuevo firewall, para lo cual quitaron el que yo había instalado, que estaba hecho en software libre y permitía restringir el tráfico de manera similar al recién instaurado, del mismo modo permitía obtener reportes parecidos del uso (y abuso) de la red. Quiero suponer que el que hay ahora es más fácil de usar, o tiene muchísimas más características que el que yo había puesto, o que ofrece más garantías, o algo así. Y lo quiero suponer porque no he visto la interfaz de administración, es decir que no lo sé de cierto. De cualquier forma, a diferencia del anterior, empezaron a usar el nuevo para cerrar puertos de distintas herramientas como los mensajeros instantáneos al mismo tiempo que para impedir el acceso a variadas páginas web que son obviamente de entretenimiento o esparcimiento.

Cualquier empresario a la antigüita, que conozca las mañas que desarrolla casi cualquier empleado, verá lo anterior con buenos ojos. De hecho, pensará que las restricciones son totalmente ne-ce-sa-rias para aumentar la productividad de sus empleados. Pensará que los recursos de cómputo no deben ser usados más que para el trabajo, sin permitir ninguna desviación o distracción.

Yo no soy empresario sino empleado, por lo tanto proveo de argumentos en contra de esa visión arcaica, que bien podrían ayudar a los patrones a entender mejor la situación.

  1. Si bien los dueños tienen todo el derecho (por ser quienes los compraron) de definir qué se ve y qué no se ve en sus computadoras y por medio de sus canales de comunicación, cerrarle el acceso arbitrariamente a varios medios a los empleados "de confianza" que sí están efectuando su cuota de trabajo cotidiana, es visto como una agresión por estos últimos.
  2. Descubrir si un empleado hace bien o no su trabajo se hace fiscalizando y supervisando las labores, para lo cual tenemos herramientas de sobra (trac-subversion), y si hiciera falta más presión bastaría con que la gerencia se paseara entre los trabajadores cada dos horas para ver los avances de cada uno, sabiendo exactamente qué tarea tenía asignada cada empleado, y cuanto debía haberle tomado; de modo que creo que se debe controlar el trabajo, no el ocio.
  3. Muchos de los recursos utilizados para resolver los problemas que se nos presentan están en las páginas bloqueadas, o accesibles por medio de algún conocido gurú desde el mensajero. Por lo que si bien el bloqueo impide que uno "eche novio" también obstaculiza que podamos resolver algunos problemas en tiempo y forma.
  4. Los desarrolladores tenemos los medios para saltarnos las restricciones establecidas, no por nada hacemos los programas que otros usan. Manejamos las máquinas como nuestras herramientas cotidianas de trabajo y sabemos utilizarlas para combatir los límites que nos quieren poner. Con la agravante de que en lugar de ponernos a trabajar, usamos el tiempo para ingeniárnoslas en romper las barreras impuestas, por supuesto en detrimento de la productividad.
  5. El trabajo de desarrollo de aplicaciones se hace con algunos breves momentos de inspiración, y muchos de talacha; pero la inspiración suele encontrarse durante o después de algún periodo de relajación u ocio, y la talacha está inserta en mucha investigación y consultas en la web; por lo que impedir ya sea ocio como el libre navegar también va contra la productividad.
En resumen, creo que si mis empleadores fiscalizaran el trabajo, y solamente el trabajo, y se enfocaran en las metas y en ver cumplidas las unidades, bloques, y/o módulos solicitados a los empleados, sin tomar en cuenta nada más, obtendrían mejores resultados que ahora, cuando lo que quieren es obstaculizar sin éxito el "no trabajo". Y aunque yo ahora soy empleado, creo que si fuera empresario así procedería, revisaría las metas del día, de la semana, del mes, asignaría cuotas de trabajo por trabajador, e iría cada hora con cada empleado a ver cómo van, qué necesitan, qué están haciendo, etc. Haciendo esto, detectaría a los que se retrasan constantemente y hablaría con ellos, pero todo siempre desde el trabajo esperado y claramente estipulado, no desde las páginas de ocio visitadas, ni desde las conversaciones efectuadas por chat.

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