29 de mayo de 2009

Tarde del viernes reflexiva

Esta noche suena Bach, mi musa se rie mientras conversa por teléfono, y la oscuridad enmarca mi escritura en esta pantalla luminosa. Vengo del baño, de leer, de fumarme mi cigarro deste día, de ideas geniales que brotaron del mantra lector y (aunque me haya prometido no hacerlo) fueron olvidadas mientras otras ideas sugeridas por el texto fueron llegando. Recuerdo vagamente una que me hacía querer poner en el blog pedazos o citas de lo que actualmente leo, para lo cual tendría que cambiar el lugar de mi práctica y traerme el libro a la mesa de la cómpu; así como otra idea según la cual me las ingeniaría por medio de un no tan macabro plan para acabar la carrera con la ayuda de mi hermana. (La llamé inmediatamente después de terminada la oración anterior).

Pero también otro orden de ideas, superpuestas a las que milagrosamente acabo de recordar, una dellas tiene que ver con mi mención de la presencia en una conversación con Absorto. Otra con seguirme preguntando sobre mi falta de concreción (a lo que mi mente parecía responder: no preguntes, mejor concreta), y otras ocurrencias de las que ahora sí, ineludiblemente, ya no me acuerdo.

Recordé toda esas irrupciones mentales a mi lectura sólo porque como mi amada conversaba por teléfono, saliendo destar en el trono vine directamente al otro trono, este donde tengo mi panel de control para volar por el cyberespacio (y modificarlo). Si ella hubiese estado disponible para mí, yo me hubiera puesto a conversar con ella, tal vez le hubiera comentado de las genialísimas ideas que me llegaron, o quizá no... Es extraño, a veces siento que podría no compartir con ella, que me bastaría saberla sonriente y contenta para ponerme a hacer 'mis cosas'. Pero en muchos momentos estar con ella es tan rico que no me importa tanto dejar esas 'mis cosas' para más tarde. Y luego me pregunto que por qué no concreto...

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