El sábado previo a las elecciones mi princesa y yo fuimos a comer al Italianni's de la zona rosa, y luego, en un mixup cercano compramos algunas películas y unos audífonos especiales y buenísimos, para ponerle música in-panza al(a la) bebé. Ya en la noche, después de una sesión musical que agitó muchísimo a nuestro(a) futuro(a) crio(a), tanto que mi amada temió haberle puesto el volumen demasiado alto y haber ocasionado probables problemas futuros de audición en el feto(¿a?); vimos la de Chocolate, con Juliette Binoche y Johnny Deep. Linda comedia de nómadas que se vuelven sedentarios.
El domingo electoral mi musa y yo nos quedamos dormidos primero hasta las once de la mañana, hora en que nos despertó el hambre y pedimos una sanísima pizza, luego nos acariciamos y mimamos, y nos volvimos a dormir como hasta las cinco de la tarde. Salimos en busca de comida por ahí de las seis y media, ya con las casillas para elegir "representantes" cerradas, pero en las que de haber estado abiertas tampoco hubieramos hecho acto de presencia. La verdad es que ir y formarse para anular el voto era de por sí una tontería, un modo de no hacer valer el "voto de castigo" que se merecen el gobierno actuale y los anteriores (lo más sensato era votar por cualquiera menos por quienes hoy en día ejercen ni tampoco por quienes gobiernaron hasta ayer, pero no anularlo). De cualquier modo lo relevante, lo verdaderamente democrático sería ponerse a hacer (y a participar en) instituciones nuevas y pareconosas. Me queda la impresión de que con tal de hacerle un daño a los que ladrones de hoy, el electorado en su gran mayoría está dispuesto a regresarle el poder a los de ayer, pues estos últimos (que también fueron primeros) representan una buena oportunidad inmediata de venganza, y de que una risible minoría bastante más conciente piensa en generar momentum para las ideas que les gustaría que prevalecieran.
Esa tarde de bendita culminación electoral (a partir de la cual se suspendió la tortura mediática política hasta nuevo aviso), antes de que lográramos obtener alimentos de cualquier clase para comi-cenar, y después de bastantes días de paz entre nosotros, mi amada y yo nos peleamos y fue terrible. Por ahí leí que ninguna pareja es inmune a los pleitos esporádicos, y que antes de tomar decisiones irreversibles hay que hacer un balance y un promedio, una evaluación, etc. Intenté recobrar mi sereno sentir pero todavía el lunes se mantuvo en mí un pesado PTSD y algunos rencores malévolos, y no fue sino hasta tarde en la noche del primer día hábil de la semana que nos reconciliamos nuevamente. Sin tocar el tema...
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