12 de julio de 2009

Parecon - Parte 1 (12 de 48)

Un enfoque relacionado es que a no ser que aquellos que tienen más propiedades productivas las hayan adquirido por su sacrificio personal, el ingreso que reciban de poseer las propiedades es injustificable según motivos de equidad. Basar el ingreso en la propiedad privada no es equitativo y debe ser rechazado si determinamos que aquellos que son dueños de más propiedades productivas no las obtuvieron por un mayor sacrificio personal. Siguiendo esta línea de valoración en sintonía con la perspectiva de los defensores de la norma uno, debemos ahora preguntar ¿cómo se adquiere la propiedad?

La adquisición de propiedades productivas por medio de herencia obviamente no conlleva sacrificio alguno por parte del heredero. Consecuentemente, no le negamos nada a lo que tuviera algún derecho moral al prospecto a heredero si prohibimos que la propiedad productiva sea heredable. ¿Pero qué hay de los derechos de miembros de la generación más vieja que desean legar sus propiedades productivas a su decendencia? Supongamos (contra todas las probabilidades) que aquellos que quieren dejar legados obtuvieran sus propiedades productivas de forma consistente con una concepción respetable de justicia económica. Esto es, supongamos que sacrificaron más que otros trabajando más tiempo o más duro, y en lugar de comer porciones prodigiosas de caviar en los ocasos de sus vidas, prefieran pasarle sus duramente ganados bienes productivos a sus hijos o nietos. Negarles el derecho de hacer esto parecería una violación injustificada de su libertad personal para disponer de sus derechos legítimos a beneficios económicos como ellos desean. Ciertamente interfiere con este derecho.

¿Pero qué hay del derecho de los miembros de las generaciones más jóvenes a oportuindades económicas iguales? Si permitimos la herencia de bienes productivos, algunos jóvenes empezarán con ventajas y otros estarán endeudados --sin que esto se deba a fallas de su parte--, una disparidad que podría crecer de generación en generación. Si miembros de una generación más vieja al ejercer su libertad de consumo tienen el derecho de dejar como legado propiedades productivas, entonces habrán creado para las generaciones más jóvenes oportunidades económicas desiguales que violan los derechos de estas últimas. Por otro lado, si los miembros de la generación más joven han de ser protegidos de este resultado inequitativo, se debe impedir que sus mayores dispersen sus bienes como ellos elijan --un resultado que también parece injusto.

¿Qué elegimos? El derecho de dejar como herencia medios de producción debería negarse porque el derecho de todas las generaciones a oportunidades económicas equitativas sobrepasa por mucho al derecho de algunos miembros de una generación a legar riquezas generadoras de ingresos a sus descendientes. Mientras que algo de la libertad de consumo de la generación más vieja para adquirir propiedad y legarla ciertamente es sacrificada al hacer ilegal el heredar propiedades productivas, hacerlo es necesario para proteger una libertad más fundamental de las generaciones más jóvenes de tener oportunidades económicas equitativas. De manera generalizada, libertades encontradas de este tipo son comunes en la economía y otros aspectos de la sociedad también, y en lugar de resolver dichos conflictos otorgando un derecho de propiedad a una de las partes o la otra, y por tanto elevando la noción de propiedad a juez de las diferencias, la meta debería ser darle a cada actor insumos para la toma de decisiones proporcionales al grado en que cada persona es afectada por el resultado, por tanto elevando la verdadera democracia a árbitro de las diferencias. En otras palabras, la auto-gestión económica --definida en términos de tener, en la toma de decisiones, influencia proporcional al grado en que uno es afectado-- es una norma muy superior que aquella de la libertad económica basada en el derecho de hacer lo que sea que uno elija con la propia propiedad.

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