4 de julio de 2009

¿Vender mi nombre?

Vamos a ver. Finalmente el pasado 30 de junio renuncié a mi comodísimo trabajo "por motivos personales". Avisé un día antes (el 29), y el primero ya no me presenté a trabajar ahí. Claro, podía haber avisado con más días de anticipación pero no me fue posible. Tenía que estar completamente seguro de mi siguiente situación laboral, y además corrían rumores de que me correrían así que preferí esperar y ver qué pasaba; total, de haberme echado me hubieran avisado el mismo día en que tenía que irme, así que desde esa perspectiva yo me vi más noble al avisar 36 horas antes y entregar con calma todo lo entregable.

Ahora sin embargo me enfrento a un dilema. Ya antes había dicho que cuando una empresa gringa (única clienta del changarro para el que yo trabajaba hasta hace muy poco) mandó a sus ejecutivos a conocer a los empleados que laborarían a distancia para ella, me presentaron como uno de los líderes del proyecto. Sin embargo, en cuanto los gringos se marcharon, mis anteriores patrones contrataron a otras personas para hacerse cargo de las tareas, sin mencionarle a los estadunidenses que habían cambiado al personal. A mí me reasignaron a otros proyectos que nunca salieron, y mientras tanto, yo trabajaba solamente de nombre y otra persona hacía el trabajo solicitado vía web por los americanos. Adicionalmente y para colmo, la empesa que contrató al negocio bananero del que afortunadamente ya salí, se dedica a hacer programas para instituciones financieras de nivel global, de modo que engañarla (y decir que yo hacía lo que nunca hice) no es una decisión de poca monta sino que se cascadea hacia monstruos como el banco Chase Manhattan entre otros.

Sucede pues que al salir yo de ahí, siguieron usando mi nombre como fachada ante los gringos. Entonces les pedí que dejen de hacerlo y se han puesto a necear al respecto. Mi dilema pues se bifurca en tres frentes. Si no dejan de usar mi nombre:

  • Puedo escribir una larga carta a la compañía estadunidense para explicar las tretas de mis anteriores patrones, demostrando además sin ninguna dificuiltad que yo soy el dueño del nombre y que ya ni trabajo ahí (lo cual haría que mis ex-jefes perdieran el jugoso negocio con su único cliente)
  • Puedo hacer un breve mail de despedida y enviarlo, recomendando a quien todo este tiempo usó mi nombre como su alter-ego, y dejar que se hagan bolas ellos
  • o bien, y debido a como se han puesto a necear mis ex-empleadores, puedo pedirles que me paguen por el uso de mi nombre, aunque son tan marros que me parece difícil que acepten


Voy a pensar mejor mi estrategia, tal vez surja alguna otra opción.

No hay comentarios.: