Debido a que siempre salgo demasiado tarde para usar el transporte público colectivo que me ahorraría unos 50 pesos diarios, y a que además no tengo un automóvil propio, me veo generalmente en la necesidad de solicitar los servicios de taxis en las calles del Defe. En el periodo previo a las elecciones los choferes de tales vehículos esgrimían en su mayoría algunas convicciones y argumentos acordes al tiempo y al ominoso día del voto. La mayoría de ellos despotricaban primero en contra del gobierno local de la ciudad que les cobra toda clase de impuestos y permisos, y además permite circular a muchos coches piratas a cambio de un voto pre-negociado por el partido gobernante. En segundo lugar todos los choferes que dialogaron conmigo coincidieron en que: como se dan las cosas, los comicios son una farsa nada confiable, y para obtener el voto todos prometen y prometen y luego si quedan no cumplen, y en la que partidos con convicciones opuestas se alían y prostituyen para obtener suficientes votos y así mantener el registro y seguir recibiendo recursos de los impuestos, etc. En tercer lugar, todos estaban hartos del bombardeo y de la basura visual, algunos hasta mantenían la radio apagada para impedir la entrada de eslogans y promesas a su burbuja laboral citadina.
Dos vertientes de taxistas super abundantes entre los que me han transportado son: el antiperredista y el reformista. El primero me resulta antipático, no porque yo sea perredista sino porque por un lado pareciera que les pagaron para echarle tierra a López Obrador y todo lo cercano y circundante a dicho personaje, y porque por el otro lado la saña con la que hablan del partido en el poder en la capital hace pensar que tienen cuentas personales que ajustar y por ello están clamando venganza. El segundo tipo, el reformista, me resulta simpático por el tipo de propuestas sensatísimas con que salen, por ejemplo: 1.- poner una cuota mayor en porcentaje de votos exclusivos otorgados a un partido para poder mantener el registro, 2.- que en principio un partido político no sea financiado por los impuestos, sino hasta que gane algunos puestos de representación popular, 3.- que se evalúe dos años después de iniciado un mandato si el politico elegido ha cumplido con un porcentaje aceptable de lo que ofreció y de no ser así a) que se someta a referendo su permanencia, y en caso de no permanecer b) que se organicen elecciones inmediatas, 4.- que se prohiba el uso de mantas y anuncios plásticos en vías públicas, etcétera.
Definitivamente los taxistas, en su versión reformista me caen muy bien. Es impresionante, con la cantidad de personas que transportan a diario, se forman un mosáico de opiniones y algunos las unen y sacan buenas conclusiones; mientras que en su versión antiperredista son herramientas propagandísticas magníficas, inigualadas por los medios masivos, que seguramente los políticos ya están estudiando mejor.
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