21 de julio de 2009

Parecon - Parte 1 (13 de 48)

En estos términos, ya que las generaciones más jóvenes serían afectadas mucho más seriamente por las oportunidades económicas desiguales de lo que serían afectadas las generaciones más viejas al limitar su libertad de dejar en herencia propiedades productivas, es justificable limitar los derechos de herencia. A pesar de que el conflicto entre la libertad de consumo de la generación anterior para legar sus propiedades y el derecho a oportunidades económicas equitativas de las generaciones más jóvenes es sólo uno de muchos conflictos de libertades en las economías capitalistas, es uno particularmente importante. Otorgar el derecho sobre la propiedad a favor de la herencia es una violación particularmente flagrante al principio de auto-gestión económica ya que permite que aquellos poco afectados (los que dejan herencias) afecten enormemente las vidas de muchos otros. Estos otros, como resultado, deben iniciar sus vidas económicas con serias carencias en relación a sus privilegiados semejantes.

Una segunda forma --además de de verdad sudar para obtenerlas-- en que las personas en el capitalismo adquieren más propiedades productivas que otros, es por buena suerte. Trabajar o invertir en una compañía o industria en ascenso o en declive involucra buena o mala suerte. Dedicarse a alguna línea de la industria y beneficiarse de actividades secundarias de otros o de dinámicas cambiantes de auge o quiebra globales o domésticas involucra buena suerte. Las distribuciones de propiedades productivas que resultan de la suerte rara vez recompensan sacrificios por parte de las personas. No hay por lo tanto ninguna justificación moral en su nombre, obviamente.

Una tercera forma en que las personas llegan a tener más propiedades productivas es por medio de ventajas injustas tales como diferencias en circunstancias y en características humanas. Por ejemplo, factores arbitrarios podrían permitirte acumular más bienes productivos que yo porque tú tienes información que yo no tengo, o porque tú operas en un pueblo o país que disfruta de ventajas de las que mi localidad no goza. Diferencias arbitrarias en características humanas pueden significar que tú tengas inteligencia, fuerza o destrezas innatas mucho mayores que yo, todo sin que yo tenga la culpa y sin mayor esfuerzo o sacrificio de tu parte, y esto puede conducirte a adquirir más propiedades. Y aunque estas diferencias podrían no parecer demasiado grandes, incluso leves inequidades iniciales en la posesión propiedades productivas crecerán agresivamente más desiguales en economías donde se paga a los dueños por las contribuciones de sus propiedades. La ventaja inicial crece, proveyendo los medios para adquirir aún mayores propiedades. Si la diferencia inicial es injusta, aun mayores diferencias que resultan de la acumulación consiguiente son injustas también.

Pero ¿qué tal si algunas personas acumulan más porque trabajan más tiempo o más duro que otras? ¿O qué tal si algunas personas consumen menos para acumular más propiedades productivas? La mayoría de los que argumentan a favor de la norma uno como equitativa quisieran hacernos creer que así es como surgen usualmente las desigualdades en posesión de propiedades productivas. Y, ciertamente, si alguien acumuló más propiedades productivas por medio de más trabajo o menos consumo en el pasado, entonces mayor consumo (u ocio) correspondiente con el mayor sacrificio pasado es otorgado. Pero esta conclusión es una aplicación directa de la norma tres --a cada quien deacuerdo a su esfuerzo o sacrificio-- siempre y cuando la compensación "correspondiente" sea la cantidad requerida para compensar por los mayores sacrificios pasados, haciendo por lo tanto justos los beneficios y las cargas de todos a lo largo del tiempo. Eso no justifica la norma uno, con sus implicaciones de remuneración por propiedad incluso cuando exceden lo que garantizan el esfuerzo y el sacrificio.

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