27 de julio de 2009

¿Imposible cambio de habitos?

Me ha resultado imposible implementar la agenda estricta con una hora por proyecto de la que hablaba hace algunos posts. Cambiar de hábitos se dice fácil, pero resulta más difícil de lo que creí. Esto no quiere decir que me vaya a dar por vencido, o no en todo: tal vez sí sea necesario bajar mis expectativas y reducir el número de proyectos en que estoy comprometido fuera del trabajo; pero no dejar caer los párpados pesados como piedras, ni los hombros, ni los brazos. Supongo que lo que hay que hacer es imprimir más esfuerzo en esa dirección (trillada metáfora espacial).

Hace una semana, gracias a mi mamá dejé de ser un simple peatón para volverme el dueño de un flamante automóvil nuevo de color rojo. Lo sacó a precio de flotilla con un plan de pagos bastante interesante, el trato era que yo se lo fuera pagando poco a poco pero al traermelo y entregarme las llaves me dijo que era un regalo para el bebé, y de bodas. Sé que dicen por ahí que los niños por llegar traen torta pero esto es exagerado, ahora me siento tremendamente comprometido con mis papás, situación que llevaba fácil quince años eludiendo y a la que ahora (que ya no soy el adolescente irresponsable de antaño) haré frente y mostraré estar a la altura.

A propósito de boda, simultáneamente a la salida deste post tendría que estar en el registro civil con todos los documentos, listo para que me digan qué día debemos volver a presentarnos para que la juez nos declare marido y marida (siempre me ha molestado eso de marido y mujer). Es un poquito tonto esto de "legitimar" el casorio, sostengo que para mí sólo es un trámite para obtener y otorgar beneficios legales a mi musa y a nuestra cría, pues yo me casé con mi compañera según un ritual sumamamente particular el 27 de enero de 2008 a las cero horas con treinta minutos, certificado y avalado por las estrellas fugaces que esa noche nos unieron.

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