16 de agosto de 2009

La piratería es mala, deja pasar críticas "pesadas"

Hace poco Óscar me pasó un par de películas con su USB, de entre las cuales vi por su recomendación la de Jarhead, que habla de unos soldados que van de avanzada en la primera guerra de Irak.

En un principio muestran su entrenamiento y variadas peripecias a las que deben someterse para ser parte del "cuerpo". Los personajes principales forman un equipo de snipers, que se la pasa en un campo militar entrenando y practicando tiro con mira telescópica con enorme certeza todo el día durante meses. Son jóvenes apenas post-adolescentes esperanzados en que un día esos los tiros puedan ser verdaderos, es decir, provocar verdaderas bajas y no sólo en la silueta de papel. En un momento dado llega la órden de entrar en "acción", se los llevan al desierto saudí a deshidratarse e hidratarse repetidamente, ad nauseam, y a seguir entrenando bajo el sol durante meses mientras esperan a que empiecen las hostilidades, esperanzados en que ya pronto sus habilidades por fín puedan demostrarse en una batalla real. Llega el punto en que nuestros soldados (como parte de un batallón de infantería) entran a Irak con la primera ola de choque terrestre para encontrar todo destruido y quemado en la famosa autopista de la muerte, días y días de camino por kilómetros y kilómetros de autos y de pasajeros calcinados, todo gracias al magnífico trabajo de la fuerza aérea, y sin aún haber echado ningún tiro. Prosiguen su camino bajo las negras nubes de humo de los pozos destruidos y lluvia con una mezcla de 50% de petróleo, con tal oscurecimiento del cielo que parece que caminan de noche durante aún más días sin encontrar ninguna resistencia. Finalmente mandan a nuestros heroes a una misión en la que tienen que matar a 2 oficiales de alto rango, así que llegamos con los buenos al lugar de la acción, se posicionan para cumplir su orden y al fin poner en uso sus habilidades, están listos para disparar, los enemigos están en la mira, el tirador respira profundo y pone el dedo sobre el gatillo, el tirador repite la misma frasecita que decía cuando practicaba y tras la cual siempre jalaba del gatillo, y entra en un repentino azotarse de puertas un capitán o coronel que ordena la cancelación de la misión porque "es mejor bombardear", menos margen de error. De nada sirven las quejas o súplicas de los soldados, al poco rato pasan unos aviones e incineran todo a su paso. Y nuestros soldaditos frustrados porque no han tenido ningún enfrentamiento, no han disparado ni un tiro, no tienen en su haber ninguna baja, regresan al campamento donde sus compañeros festejan que ya se acabó la guerra y pronto volverán a casa, sin haber matado a nadie, sin haber tenido que enfrentarse al enemigo, sin haberse vuelto veteranos en combate sino por la visión de la devastación hecha con aviones. Sin haber sido útiles a su patria del modo en que su patria los había entrenado. En realidad sin nada que contar, pero por lo mismo debiendo ser algo contado para contrarrestar un poco a los que siguen enganchando a jóvenes con promesas de gloria y aventura.

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