Por supuesto aquí es donde otra norma entra, la norma cuatro: pagar de acuerdo a la necesidad. Pero aun cuando sea tan atractiva la norma cuatro, es una norma en una categoría diferente de las otras tres. No es realmente una candidata para una definición de justicia económica. En cambio, expresa un valor más allá de la equidad o la justicia al que aspiramos e implementamos cuando es posible y deseable. Una cosa es que una economía sea equitativa, imparcial, y justa. Otra cosa es que una economía sea compasiva. Una economía justa no es la última palabra en economías moralmente deseables. Además de pugnar por la justicia económica, deseamos compasión también. Así pues tenemos nuestro valor de equidad, la norma tres, y por encima de la justicia económica, tenemos nuestra compasión, aplicable por medio de la norma cuatro cuando sea apropiada como en casos de enfermedad, catástrofe, incapacidad, y demás. Y esas son nuestras aspiraciones respecto a los ingresos.
Por supuesto que sabemos que no valdrá la pena alcanzar equidad de ingresos o incluso humanidad compasiva respecto a los ingresos, si al hacerlo el resultado productivo se desplomara u otros efectos secundarios desagradables nos costaran considerablemente en nuestras vidas. Pero ese es un asunto que tocamos cuando evaluamos si podemos implementar institucionalmente nuestras normas para la compensación económica consistentemente con otros valores que apreciamos. Debemos investigar eso mientras procedemos. Primero, existe otra dimensión de la equidad que considerar.
Equidad 2: Circunstancias
¿Por qué debería tener una persona una condición económica en el trabajo que es satisfactoria y placentera, y otra tener una condición que es debilitante y depresiva? ¿Qué justificación puede haber para esta diferencia? ¿Con qué bases morales debería Anthony disfrutar de circunstancias económicas mejores que Arundhati?
Los argumentos respecto a los ingresos se prolongan virtualmente sin alteración. Seguramente no pueden ser las propiedades las que justifican que Anthony reciba mejores condiciones y circunstancias de trabajo que Arundhati. Ni tampoco puede ser debido a alguna calidad innata, ni a la educación. Si Arundhati de hecho sufre una peor situación laboral que Anthony, podemos ciertamente compensarla dándole a Arundhati un mayor ingreso para hacer que el paquete ingresos/trabajo sea equitativo para ella y Anthony.
La cuestión está, al pensar en condiciones económicas equitativas, tenemos que pensar en términos no sólo de remuneración equitativa sino también de circunstancias equitativas. La unica justificación real para una distribución distinta de circunstancias es si esto beneficia la productividad, y a su vez a todos los demás. Pero seguramente, incluso si este fuese el caso se podría entonces compensar la situación para la parte que sufrió las peores condiciones con un mayor ingreso, mientras que la parte que se benefició de las mejores circunstancias recibiría un menor ingreso.
Esta actitud dirigida hacia hacer las circunstancias equitativas ya es inherente a la discusión del ingreso y a la de la elección de remunerar de acuerdo al esfuerzo y sacrificio, pero es digna de señalarse por sí sola por razones de claridad. Regresaremos más adelante a las implicaciones de equilibrar no solo la calidad del trabajo en diferentes empleos, sino también sobre qué tanto empoderan a los trabajadores los diferentes empleos. Pero por ahora consideremos la siguiente área de interés sobre los valores que nos guían.
26 de agosto de 2009
Parecon - Parte 1 (17 de 48)
Etiquetas: estrategia - Publicó persona.vitrea a las 09:00
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