17 de agosto de 2009

Parecon - Parte 1 (16 de 48)

En pocas palabras, preferirías estar en la escuela de medicina o sirviendo el plato del día? Sólo si el estudio es más desagradable que el trabajo constituye un mayor sacrificio del que otros hacen y por lo tanto merece mayor recompensa, y la recompensa adicional que entonces ameritaría sería correspondiente a esa diferencia, pero no más.

Entonces en la medida que la educación sea costeada con gastos públicos en lugar de privados, y que la incomodidad de la educación no sea mayor que aquella en la que se incurre trabajando durante el mismo periodo, la educación extra no amerita compensación extra según fundamentos morales. Y si uno paga su propia educación, entonces eso indica la recompensa debida, y no más. Y si la educación de uno es onerosa y demandante comparada con trabajar, esa diferencia indica la compensación extra obtenida, y no más.

El problema con la justificación de "tuve que soportar la escuela tanto tiempo" de la norma dos es el "problema del doctor contra el basurero". ¿Cómo puede ser justo pagarle a un cirujano de cerebros, incluso en el improbable caso que labore más horas que la mayoría de los otros trabajadores, diez veces más que a un basurero que trabaja en condiciones miserables de cuarenta a cincuenta horas semanales? Incluso si la escuela de medicina es costosa, y de hecho incluso si es más debilitante y dura que recoger basura durante el mismo tiempo (la cual es una afirmación ridícula), seguramente justificaría mucho menos que toda una vida de paga mucho mayor para compensar al doctor por ese sacrificio temporal, particularmente puesto que el subsecuente empleo --cirujano de cerebros-- tiene por sí mismo recompensas excepcionales desde el punto de vista social y moral. La base moral de la norma dos se colapsa.

Así pues, ¿qué hay de la norma tres --remunerar de acuerdo con el esfuerzo de cada persona o el sacrificio personal? Mientras que las diferencias en las contribuciones de las labores de las personas derivarán de diferencias de circunstancia, talento, entrenamiento, suerte y esfuerzo, de todos esos factores las personas controlan sólo su esfuerzo. Recompensar y castigar a la gente por cosas que no controla viola el mismo precepto básico de justicia social que dice que es injusto pagar de forma diferente deacuerdo a la raza o al sexo, por ejemplo. Por "esfuerzo" queremos decir simplemente sacrificio personal o incomodidad incurrida al llevar a cabo los deberes económicos de cada quien. Claro, el esfuerzo pueden ser más horas, trabajo menos placentero, o más intenso, más peligroso o más insalubre. O, puede consistir de padecer un entrenamiento que es menos gratificante que la experiencia de entrenamiento de los otros, o menos placentero que el tiempo que otros pasan trabajando. El razonamiento subyacente para la norma tres es que las personas deberían comer del cazo de guisado de acuerdo a los sacrificios que han hecho al cocinarlo. De acuerdo con la norma tres ninguna otra consideración además del diferencial de sacrificio en producción útil puede justificar que uno sea capaz de comer más o mejor guisado que otro.

Incluso para aquellos que rechazan teorías de justicia económica basadas en la contribución como las normas uno y dos, sigue habiendo un problema con la norma tres: el "problema del choque de auto". Supongamos que alguien ha hecho un sacrificio promedio por 15 años, y consumió una cantidad promedio. Es atropellado por un coche. El tratamiento médico para víctimas de accidentes autmobilísticos puede costar una fortuna. Si limitamos el consumo de las personas al nivel justificado por el esfuerzo que lleven a cabo, tendríamos que negarle a las personas heridas o enfermas un trato humano (y/o ingresos mientras no pueden trabajar).

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