9 de agosto de 2009

Veinte, paternidad cercana

Hoy me preguntaba Luis, un ex-compañero de trabajo, cómo me sentía por el hecho de que dentro de aprox tres meses seré papá. En realidad me siento tranquilo, porque es parte de la vida, y la vida seguirá su curso, y si todo sale como la naturaleza manda la criatura nacerá, se amamantará, crecerá, aprenderá a hablar, e imitará a quienes estén más cerca de ella durante los primeros años de su vida. Por otra parte, me siento presionado en dos frentes: el económico, y el de ser una figura necesariamente observada e imitada, es decir el de tener que ser un ejemplo.

El frente económico me hace pensar que mi prioridad número uno (después de permanecer vivo, y unido a quienes amo) es el empleo, conservarlo, mantenerlo, ascender, crecer, etc. No me puedo dar el lujo de quedar repentinamente desempleado de aquí a por lo menos dos o tres años. También me hace querer emprender más actividades redituables, que me ayuden a acumular un fondito para un "día lluvioso". En ese ámbito siento que ha llegado el momento de explotar: a) mis habilidades técnicas respecto a internet, b) mis habilidades lingüísticas y mi dominio de cuatro lenguas para venderme como intérprete y/o traductor, así como c) mis habilidades de escriba, que vista la gran cantidad de mensajes que se emiten con faltas ortográficas y gramaticales, creo que también puede ser buen nicho. No hay quién me avale en estos conocimientos, excepto el trabajo efectuado aquí y en algunos esporádicos otros lados, por lo que quizá convierta al blog en mi herramienta de ventas.

En el frente de tener que ser un ejemplo, el de tener que ser virtuoso y trasmitir seguridad y calma, el de tener que pensar más antes de actuar, el de ya no poder permitirme ser un "valemadres" en muchos aspectos, el de tener que cuidarme, el de tener que transferir ciertos conocimientos prácticos y vivenciales, el de tener que reglamentar, etc. La verdad es que me siento inquieto, y hasta podría decir que con un poquito de miedo. Veremos cómo me va en esta nueva aventura irrevocable e irreversible. Quiero darme a la persona que vendrá y entregarle lo mejor de mí. Debo volver a leer El valor de educar, de Fernando Savater, entre algunos otros libros ad hoc.

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