11 de agosto de 2009

Respondiendo a los anónimos

Por lo general no suelen verse muchos comentarios anónimos seguidos en este blog, noto (o quiero notar) un tono familiar en ellos, o por lo menos uno de alguien de la zona, con ciertas articulaciones linguísticas familiares. Me preocupa pensar en un fan de cuya torcida psique deba responsabilizarme, y me encuentro ante una serie de dilemas. En primer lugar: el de responder o no: suponiendo que sí, porque las preguntas hechas me parecen de interés personal; en seguida viene el dilema de si hacerlo en la sección de comentarios misma o si dedicar un post a tan interesantes planteamientos; visto que ahora son evidentes las respuestas dadas a los dos planteamientos anteriores, sigamos explorando; Muy bien, ¿qué debo responder?, depende, ¿qué me preguntaron?

"¿Y por qué no simplemente decir la verdad?" respecto a mi patética excusa para dejar un trabajo que me estaba agobiando, y más adelante un reproche que cuestiona la contradicción entre aquello que escribo (o traduzco) en este espacio y lo que sucede en mi vida cotidiana: "Nooo que parecon", precisamente en un post respecto de un coche; lo cual es una forma de pedir cuentas porque, si hemos de hacer caso a Michael Albert: es cierto, el coche es algo que pagan parcialmente todos, o bueno, algunos cientos de miles de indivíduos que no tienen ni voz ni voto en la adquisición, etc. Y porque también es cierto, ¿desde cuando es mejor inventar mentiras blancas en lugar de hablar con la verdad?

No dije "simplemente" la verdad porque me resultó más fácil y pacífico zafarme de ese modo de cualquier tipo de conflicto, en vez que fajándome y yendo a decirle al cliente una verdad que no le interesaba oir. Una verdad que no sabría comprender, y que hubiera interpretado como que yo andaba buscando doblar el precio cuando no; pues lo único que quería era soltar prenda y equilibrar aquellos compromisos prioritarios para mí. En sí, el hecho de que mi excusa casi haya resultado una irónica profecía de auto-cumplimiento muestra que no andaba tan errado ni en mis excusas, es decir que dentro de mi contexto esa narrativa era probable y mucho se debía a que, usando el dicho popular: estaba abarcando demasiado y dejando de apretar. Me di cuenta de mi falta de atención derivada de sobrepasar un límite de proyectos, y preferí soltar un par dellos de modo que pudiera recobrar estabilidad e inercia en los otros. Muy probablemente, moralmente hablando, en una escala del uno al diez mi acto obtendría un cinco por mentir descaradamente, frente al 10 que hubiera merecido el haber pensado todo esto muy bien, así como ahora lo acabo de escribir pero en mejor y con más alcance, a tiempo (y haber tenido el tiempo), para haberme explicado francamente con mi ex-cliente. Me fui por la vía fácil, es cierto, pero también creo que: la Verdad es de quién la busca, y si una vez encontrada es insatisfactoria ya ni pedo. En un sentido esperanzador a veces las mentiras son más generosas y masturbatorias, y creo que por eso somos presa fácil de cualquier predicador promete cielos. ¿Y debo (puedo) juzgar yo la calidad de mi interlocutor como para decidir si merece la verdad o no?, si lo que está en juego es mi tiempo y mi estabilidad, sí. Yo juzgo en qué o quién invierto mis preciosos segundos, si resulta que desprecié a un buscador de Verdad la encontrara de todos modos sin mi ayuda, entenderá, y no me molestará más; si resulta ser alguien ávido de adulaciones preferirá mi mentira. Resumen de la respuesta: mentir fue más fácil.

Lo de los coches es más sutil, adopto la teoría de Guattari respecto del maquinismo, somos animáles maquínicos, nos embonamos bien con cosas (instituciones, grupos de personas, herramientas, conceptos, y demás máquinas) que hemos inventado como especie o como civilización; nos metemos en los roles requeridos para sacarles algún tipo de provecho y/o sentido a esas máquinas, etc. Ahora bien, mezclando esto con conceptos de Parecon: en la actualidad la máquina que sirve para mal-distribuirlo todo es el mercado, es una máquina horriblemente injusta y destructiva, pero es con la que hoy por hoy podemos obtener de qué comer y de qué taparnos para poder seguir luchando diariamente, y de qué conectarnos a la gran red para poder seguir pensando, proponiendo y construyendo entre todos los que queramos participar: en estrategias para lograr poco a poco la realización de una visión sort-of pareconosa. Termino de explicarme: no es que cuestione la verosimilitud o sensatez de lo expuesto por M.A., de hecho, 1.- lo explicado en su libro acerca de la economía participativa me pareció tan justo que por eso lo estoy traduciendo, ahí está mi contribución, entregar ese discurso a mis compatriotas de lengua para que se enteren (en primer lugar) y lo discutan (en segundo), y luego hagan con él lo les venga en gana; 2.- un amigo hace tiempo decía que uno no tenía por qué ser consistente con las ideas de que hablaba, bastaba con que éstas fueran ciertas, así lo creo en este momento acerca de Parecon; 3.- no soy un santo y no quiero serlo. Los santos (como Richard Stallman y Michael Albert) me inspiran para ser un poquito virtuoso, un poquito mejor, pero no tanto que dañe los intereses materiales que me son requeridos por mi compañera y sus angustias prenatales, en la nueva situación en que me encuentro; y 4.- vamos, quien sea que haya respondido a mis posts lo hizo montado en la mayor y más costosa máquina que ha hecho la humanidad en su historia, internet, cualquiera que pretenda sermonearme respecto a mi estilo de vida debería tener al menos la estatura moral del no impact man, y ni ese, porque inversamente a lo que su nombre indica quiere impactar a cuantas personas pueda con una película y un libro y un sitio web (no impact es no impact es no impact ¿no?).

2 comentarios:

óscar dijo...

La neta es que es muy pinche pusilánime salir con esa mamada de tener derecho de contradecirse. O sea, sí se tiene el derecho (whatever that means), pero es muy cínico, y poco motivador para un lector, que podrá leer hoy una solemne declaración del tema que sea, y mañana leer que en realidad uno ni anda haciendo esas mamadas porque tiene derecho a contradecirse y ni se cree en ello.

Tons tiene razón tu anónimo, y ps mejor deberías decir, Sí, la neta ya me iré en bici, en vez de, Ps oh, denme chance, ya traduje parecon.

Ahora también pinche anónimo puto que ni un nombre inventa como si se le fueran a aflojar los huevos.

persona.vitrea dijo...

Ps la neta de momento no me voy a ir en bici (eso lo haré cuando me haya mudado a un lugar en el que haya cochera) y no necesito que nadie me de chance o permiso de nada.

Y yo no escribo declaraciones solemnes, sólo comento respecto detalles de mi vida cotidiana y traduzco textos interesantes.

En realidad lo que llamas contradicciones son gradaciones combinadas de beneficios y perjuicios, son matices, pero eso le causa problemas a los que ven todo en alto contraste, a los que ansían absolutos.