27 de agosto de 2009

Más enardecimiento líquido

La que cierra el pasado post respecto del agua es una pregunta retórica, por supuesto, porque es seguro que los mexicanos nos dejaremos joder (¿y cómo oponerse?). Quiero añadir algunas cosas más respecto del problema del agua: las compañías que hoy monopolizan la extracción, el embotellado y la distribución del agua potable, obtienen y procesan el fluido vital por una fracción del precio al que finalmente lo venden (ventajas del enorme volumen de bebidas que embotellan industrialmente y de los tratos a modo con "nuestros" representantes). Es decir que si nos entregan el agua a 10 pesos el litro, a los corporativos a cargo del valiosísimo líquido vital les cuesta 2 pesos cuando mucho, y ya con todo y los impuestos y puesta en los centros de venta al público.

Ahora bien, puesto que el agua que extraen de los pozos es de todos (sí, es un bien común), el gobierno podría cobrarles digamos que 2 pesos extra de impuestos por litro embotellado. Claro, para que este costo no se lo pasaran a su vez a los consumidores finales se tendría que establecer una política de precios máximos según la cual ninguna botella de 1 litro pudiera venderse a más de 10 pesos, por poner un precio. Con el dinero pagado por este efecto se podrían comprar sistemas de purificación, reparar las tuberías de la red pública de agua, subir más agua al valle de méxico, producir acueductos (en lugar de segundos pisos), poner colectores de aguas pluviales, etc, etc, etc. Ah, pero noooooo, se grita "al lobo al lobo" y se pretende proponer una solución de "emergencia" que al final terminarán pagando a precio de oro entre todos los pobladores, mientras se enriquecen algunos pocos. Of course, tocarles el bolsillo a los inversionistas y/o productores es algo im-pen-sa-ble, ¡sacrilegio!

Otra cosa a la que deberían obligar a las trasnacionales acuícolas es a recuperar y reciclar todas las botellas con que ahora mismo contaminan el medio ambiente. Es decir, claro, sí, el consumidor tiene su parte de responsabilidad (aunque carece de muchas opciones: si quiere agua potable debe comprarla embotellada o ser dueño de un equipo de purificación carísimo), pero el productor tiene la mayor parte de la culpa con respecto de aquello que produce (podría emplear otros materiales). Así que el gobierno debería obligar a las embotelladoras a hacer una campaña mediática permanente para pedir apoyo a la ciudadanía en, por ejemplo: la selección, separación y entrega de las botellas a los recolectores, siendo estos últimos empleados de las compañías vendedoras del H2O. El objetivo tendría que ser que no hubiera ninguna botella de plástico contaminando el ecosistema.

En resumen, si esas empresas quieren operar en el país: a) un impuesto, b) un techo a los precios, y c) unas obligaciones ambientales. La venta de agua seguiría siendo rentable, pues es una necesidad básica, y si ninguna empresa se aventara el tiro por habérseles reducido el margen de ganancias (cosa ridícula mientras haya márgen de ganancias), el gobierno mismo debería tomar en sus manos el embotellado, la distribución y venta del agua potable.

1 comentario:

choco Nocturno dijo...

¿El gobierno mismo? ¿Acaso eres Comunista? Qué pena que uses tu capacidad para inferir estas cosas. ¡Populista!Seguro votaste por el señor López.