Finalmente, después de haberme casado por el civil ante una juez tocaya de mi amada, y de haber obtenido las copias certificadas de las actas de matrimonio (que por cierto tienen una vigencia de tan solo un semestre, así que si dentro de cinco meses necesito otra vez dese documento para cualquier trámite debo comprar otras nuevas: negocio redondo), después de dos visitas a las burocráticas ventanillas del seguro social, y de haber pedido una carta patronal en mi nuevo empleo en que se especificara que mi domicilio es en efecto en el que vivo, finalmente nos presentamos por tercera vez a la clínica 2 del IMSS y tramitamos ex-i-to-sa-men-te que mi dulce compañera también tuviera derechos médicos.
Ahora bien, mi musa también trabaja, y de hecho gana mejor que yo (relativamente porque con mis prestaciones me acerco, aunque en este mundo de inflación galopante nuestros sueldos combinados no son mucho de cualquier modo), sin embargo el trato que hizo originalmente con su empresa no incluía seguridad social. Lo cierto es que en México muchas personas viven sin estar afiliadas a ningún servicio médico y suelen llegar de emergencia a clínicas de mala muerte prácticamente sólo para que les den la extremaunción, y eso si tienen el dinero necesario para que los admitan; ya ni hablar de medicina preventiva, en la que me dicen que son expertos en Cuba.
En fin, ahora que tenemos todos los papeles en regla y estamos listos, prepararemos una maletita con ropa y otras cosas necesarias para salir corriendo en cualquier momento al hospital en caso de que llegue el gran momento.
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