En el manual del curso psicoprofiláctico, recién empecé la sección que habla del parto. Se explican los síntomas con los que se entiende que ya se está en trabajo de parto (o bueno, con los que entenderemos que mi musa ya estará en eso), y se describe el momento en el que hay que ir finalmente al hospital. Resulta que el trabajo de parto puede durar 72 horas o hasta más. Está dividido en tres etapas distintas: la primera llamada Dilatación a su vez está dividida en tres fases, a) Latente --entre 8 y 10 horas--, b) Activa --entre 4 y 6 horas-- y c) Transición --entre 30 mins y 2 horas--; luego viene una etapa denominada Expulsión; y para concluir, otra etapa nombrada Alumbramiento. De todo esto hay más información en la red así que no describiré de qué se trata cada cosa. Los tiempos que puse indican un promedio, pero pueden ser mucho mayores. Y por si eso fuera poco cada fase contiene dolorosas contracciones repetidas según intervalos de entre 5 y 15 minutos.
Así pues, mi musa tendrá dentro de algunos días (entre 6 y 30) a nuestra bebé, y para ello sufrirá una de las experiencias más agónicamente dolorosas (y cuentan también que gratificantes) que le es dado sentir a la mujer. Ha padecido situaciones indeciblemente desagradables a lo largo de los últimos ocho meses, además de sufrir antes dello terriblemente cada mes de cólicos que la deshabilitaban por completo. No digo que haya padecido todo eso estóicamente, ni que hiciera falta, pero le tocó a ella hacerlo, y lo asumió, y lo ha enfrentado mentando madres pero sin rajarse.
Esto me lleva a pensar que más que mi musa, debería llamarte mi heroína, corazón. Te admiro mucho, y contigo a todas las mujeres deste puto y cruel mundo, por prestarse a pasar por esto para dar continuidad a nuestra especie, por traer a un miembro más de la familia humana a la vida, por tu amor. Además de admirarte te estoy harto agradecido por dejarme apoyarte y estar a tu lado durante el trance, y más adelante porque creo que me permitirás participar en la crianza y educación de nuestra pequeña. Además de admirarte y agradecerte te adoro y amo, y cuando converso contigo me maravillo de tu enorme inteligencia y sabiduría.
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