Ya vivimos mi compañera y yo en el nuevo depto. Mucho más grande, con habitaciones de dimensiones normales pero closets de toda una pared. Ya nos llegó el nuevo colchón, ya tenemos buena presión en la regadera, ya tenemos persianas e internet, ya tengo donde estacionar el coche y también un escritorio (que me regaló mi musa) donde estudiar, navegar y escribir. La crisis me ha pegado igual de duro que a todos, y el incremento de la renta (junto con diversos gastos efectuados para el cambio) me ha dejado sin el más mínimo capital hasta como por ahí del 15 de noviembre, pero si tomamos en cuenta que a partir de entonces tengo que pagar mi deuda en realidad no tendré dinero sino hasta que me paguen el aguinaldo, y eso quién sabe. Vivo pues al día, sin ahorros, de momento de prestado, pero ahora estamos en un lugar donde mi amada se siente más capaz de criar a nuestra pequeñuela, que creo que nacerá como en una semana.
Hace un par de días nos enteramos que los inquilinos del piso de arriba son trabajadores jubilados de LFC (Luz y Fuerza del Centro), empresa gubernamental de electricidad en el centro del país que fue abolida por decreto presidencial y cuyos 42mil ex-trabajadores (entre ellos, nuestros vecinos) están organizando todo un merequetengue para reclamar que les regresen su trabajo. El gobierno ha estado haciendo una campaña, no siempre excesivamente sucia o errada en cuanto a las críticas a las prácticas que tenía LFC, para justificar su forzosa (yo más bien diría forzada) desaparición. Creo que en una posición como la del presidente de un país, una decisión así de grande y controvertida debe de llevarse hasta las últimas consecuencias sin dar marcha atrás de ningún modo y por ningún motivo so pena de perder cualquier credibilidad o autoridad (si es que se tenían desde antes).
Eso me recordó que el lunes pasado en la universidad el profesor de letras españolas del siglo XX nos relató todos los conflictos que surgieron en el periodo entre el la güerra civil española, que dejaría instalado a Franco desde 1939 hasta 1976, y como cuarenta años antes (o sea, como desde 1896). Entre los muchos movimientos políticos y culturales que nos mencionó, habló también de que en ese entonces se había generado mucha conciencia de clase, luego nos dijo que aquellos de la actualidad (no capitalistas, es decir, que no eran dueños de bienes de producción) que despotricaban en contra del mal servicio, y de lo merecido que se lo tenían los de LFC, influenciados por la propaganda estatal, no tenían conciencia de clase. Conciencia de clase es, desde ese punto de vista estándar, saber de qué lado estás: a) puedes ser dueño de los bienes de producción (ergo eres capitalista), o b) puedes ser asalariado sin más medios económicos que aquellos apenas suficientes para sobrevivir hasta fin de mes (ergo eres trabajador).
Igual y estoy más avanzado en materia económica por haber leído Parecon, pero según recuerdo Michael Albert menciona que hay entre esas dos clases, otra clase más que sirve de amortiguador, que se encarga de obtener los resultados requeridos a los trabajadores para entregárselos íntegros (o casi íntegros) a los capitalistas. Se llama 'clase coordinadora', suelen conformarla asalariados con mejor sueldo, mejor educación, y hasta relaciones personales con varios de sus superiores. A estos coordinadores se les dificulta adquirir conciencia de clase trabajadora (o sentirse parte de los trabajadores y apoyarlos) porque si bien comparten con los miembros de esa clase el hecho de ser asalariados y tener que obedecerle al dueño de donde sea que trabajen, se diferencian de los trabajadores por el hecho de que estos últimos suelen recibir órdenes dellos, por la diferencia salarial, y por las aspiraciones capitalistas que pueden tener, con buenas posibilidades de alcanzarlas. Y me parece lógico, porque un coordinador siempre se va a sentir más cerca de sus propias aspiraciones (cerca de los dueños) que de quienes se les someten (alejados de los trabajadores).
Ahora bien, se me ocurrió que entonces hay una contradicción, o al menos un error conceptual en el argumento del profesor, porque las universidades entrenan a coordinadores, no a mano de obra. Y los coordinadores concientes de su situación deberían también tener conciencia de su propia clase semi-privilegiada, y quizá saber sacar el mejor provecho de la coyuntura actual "ex-LFC - gobierno - empresas", para dar "el salto de calidad" y volverse capitalistas.
1 comentario:
Me recuerda a una conversación, el sábado, con mi padre. Hablamos, por supuesto, de lfc. Mi papá arguye que ps pinchis weyes se quieren retirar a los 45 años, y que la edad del retiro debe fluctuar siguiendo linealmente el promedio de vida, porque si no, tienes un montón de gente que vive del trabajo de los demás; y que este problema estructural no lo quiere entender ningún sindicato. Y tiene razón.
Lo que yo le dije fue que sí, que esté bien que pal' caso les den una lección de civilidad. El problema es, ¿quién les va a dar esa lección, un pinche gobierno bandido, holgazán, parásito, vividor, oneroso, corrupto, nepótico, sin visión, de compadrazgos, una bola de hijos de putas mentirosos y órdenes de magnitud más ineficientes que los de la lfc?
Porque si yo te digo, Llévate esas diez cajas para allá, y enseguida me aplano a echar la hueva, lo más seguro es que me mientes la madre. Pero si te lo digo cuando yo ya cargué veinte cajas, la cosa cambia radicalemente.
Tons el pinche idiota del calderón -por no hablar de carstens- no tiene ninguna autoridad moral para exigar eficiencia. Porque con esos argumentos, él y su estúpido gabinete, junto con toda la alta burocracia, ya tendrían un pie en la calle, y sin apoyos en inglés y computadoras para sus vochos y changarros.
El cheGuevara trabajaba algo así como dos turnos -o más, cobraba un sueldo ridículo, vivía en cualquier casa, tenía una oficina que descrita con unanimidad como espartana. Siendo ministro de la industria se iba a la zafra y le chingaba ejemplarmente. No era como los pinches presidentes con agendas apretadísimas de reuniones y comidas lujosas, que cuando dan la primera palada de una obra, posan con la pala, sacan tantita tierrita, y en seguida le dan la pala a un achichincle para subirse en un helicóptero para ir a una comida pipirisnais con los empresariosDeSuPincheMadre.
Tons si llegara un especie de cheGuevara a exigir eficiencia a los weyes de lfc, me cai de madres que otro gallo cantaba, chingá.
Publicar un comentario