Libertad y Creación
No sólo ha forjado la burguesía las armas que le traen su propia muerte; también ha invocado la existencia de los hombres que han de blandir esas mismas armas –la clase trabajadora digital–, los creadores. En posesión de las habilidades y el conocimiento que crean tanto valor social como de intercambio, resistiendo ser rebajados al status de artículos de consumo, capaces colectivamente de producir las tecnologías de la libertad, estos trabajadores no pueden ser reducidos a ser simples apéndices de la máquina. Allí en donde antes lazos de ignorancia y de aislamiento geográfico encadenaban al proletario al ejército industrial del que formaba un componente indistinto y sacrificable, los creadores, que esgrimen un poder colectivo sobre la red de comunicaciones humanas, retienen su individualidad, y ofrecen la riqueza de su trabajo intelectual a través de una variedad de disposiciones más favorables para su economía, y para su libertad, de lo que el sistema de propiedad burguesa jamás les concedió.
Pero, en precisa proporción al éxito de los creadores en establecer la economía genuinamente libre, la burguesía debe reforzar su estructura impositiva de producción y distribución disimulada por su supuesta preferencia por el "Libre Mercado" y el "Libre Comercio". Aunque en última instancia está preparada a defender por la fuerza disposiciones que dependen de la fuerza, cuan disfrazada, la burguesía en primera instancia intenta la reimposición de su coerción a través de su instrumento de compulsión preferido, las instituciones de su ley. Así como el ancien régime de Francia, que creía que la propiedad feudal podía mantenerse por la fuerza conservadora de la ley a pesar de la modernización de la sociedad, ahora los propietarios de la cultura burguesa esperan que su ley de la propiedad haga las veces de una muralla mágica contra las fuerzas que ellos mismos han desatado.
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