Esa no fue la primera vez que este tipo de cosas pasaba, y (para gran pérdida de nuestra comunidad) está lejos de haber sido la última. Desde entonces, los editores de manuales privativos han inducido a un gran número de autores a restringir sus manuales. En muchas ocasiones escuché a algún usuario de GNU hablarme con entusiasmo acerca de un manual que estaba escribiendo, con el cual esperaba ayudar al proyecto GNU --y luego cortaba mis esperanzas al explicarme que ya había firmado un contrato con una editorial que lo restringiría de forma tal que no lo pudiéramos usar.
Dado que el escribir en buen inglés es una habilidad rara entre los programadores, no podemos permitirnos perder manuales de esta manera.
La documentación libre, como el software libre, es un asunto de libertad, no de precio. El problema con esos manuales no fue que O'Reilly Associates cobrara un precio por las copias impresas, eso en sí está bien (La Fundación para el Software Libre también vende copias impresas de manuales libres de GNU). Pero los manuales de GNU están disponibles en forma de código fuente, mientras que los de O'Reilly están disponibles únicamente en papel. Los manuales de GNU vienen con permiso para copiarlos y modificarlos; los manuales de Perl no. Tales restricciones son el problema.
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