Ahora bien, en mi rol como historiador jurídico ocupado del desarrollo secular (esto es, a muy largo plazo) del pensamiento legal, afirmo que los regímenes legales basados en distinciones tajantes pero impredecibles entre objetos similares son radicalmente inestables. Se colapsan con el tiempo porque cada instancia de la aplicación de las reglas es una invitación para que al menos una parte pueda declarar que en lugar de corresponderle a la categoría ideal A el objeto particular en disputa en cambio debería considerarselo como correspondiente a la categoría B, donde las reglas serán más favorables al partido que hace esa afirmación. Este juego --sobre si una máquina de escribir debe ser considerada un instrumento musical para propósitos de regulación de tarifas de ferrocarriles, o si una excavadora es un vehículo motorizado-- es la materia frecuente de la ingenuidad legal. Pero cuando las categorías legales convencionalmente aprovadas requieren de jueces para distinguir entre lo idéntico, el juego se vuelve infinitamente largo, infinitamente costoso, y casi infinitamente ofensivo para el espectador imparcial [8].
Por lo tanto las parte pueden gastar todo el dinero que quieran en todos los legisladores y jueces que puedan comprar -- que para los nuevos "dueños" del mundo digital son bastantes-- pero las reglas que compren no van a funcionar al final. Tarde o temprano, los paradigmas se van a colapsar. Claro, si "tarde" quiere decir dentro de dos generaciones, la distribución de riqueza y poder santificada en el transcurso podría no ser reversible por ninguna vía menos drástica que una bellum servile de televidentes aplatanados contra magnates de medios masivos. Así que no es suficiente saber que la historia no está del lado de Bill Gates. Estamos prediciendo el futuro en un sentido muy limitado: sabemos que las reglas existentes, las cuales todavía tienen el fervor de las creencias convencionales respaldándolas sólidamente, ya no tienen sentido. Las distintas partes usarán y abusarán de dichas reglas libremente hasta que la mayoría de la opinión conservadora "respetable" reconozca su muerte, con resultados inciertos. Pero la academia realista ya debería estar volteando su atención hacia la clara necesidad de nuevos modos de pensar.
8. Este no es un enfoque único de nuestro presente esfuerzo.Una idea relacionada muy de cerca forma uno de los principios más importantes en la historia legal Anglo-Americana, es expresada a la perfección por Toby Milson en los siguientes términos:
La ley común ha vivido en el abuso de sus ideas elementales. Si las reglas de la propiedad nos dan lo que hoy parece una respuesta injusta, hay que intentar con la obligación; y la equidad ha demostrado que desde los materiales de la obligación puedes falsificar el fenómeno de la propiedad. Si las reglas contractuales nos dan lo que parece una respuesta injusta, hay que intentar el agravio. ... Si las reglas de un agravio, digamos el engaño, nos dan lo que parece una respuesta injusta, intenta otra, intenta la negligencia. Y así se las gasta el mundo legal.
S.F.C. Milsom, 1981. Historical Foundations of the Common Law. Second edition. London: Butterworths, p. 6.
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