El otro día pasé por un semáforo y vi a una señora pidiendo limosna con una bebé en sus brazos. La nena estaba hermosa, le llevaría cuatro meses a Loana a juzgar por lo largo de sus coletas de cabello, tenía una carita redonda donde destacaban unos enormes y bellísimos ojos negros, y era muy chiquita, estaba estirando las manitas como entre queriendo agarrar algo y mantener el equilibrio; la señora iba caminando malencarada bajo el rayo del sol entre los coches con la niña en alto para que todos los automovilistas la vieran y le dieran algunas monedas. El caso es que ya hace unos meses vi a esa misma ñora arrastrando de la mano a otra niñita, una de aprox 2 años, aunque con el grado de desnutrición de los pobres niños pobres, podría haber sido hasta de 3 o 4 años de edad. Ahora bien, por la información que he recibido sé que los niños que las limosneras llevan consigo no suelen ser de ellas. Los rentan para mejorar sus posibilidades de dar lástima y así tener mejores ganancias durante el día.
Ver a esa pequeña que tendría que estar mamando, durmiendo, jugando, y guarecida de peligros sobre una superficie suave y acolchonada, ahí con su carita sucia de mocos y en manos de una mercader de lástima me hizo sentir un nudo en la garganta que no se me quitó en dos días (en realidad todavía no se me quita, pero he logrado atenuarlo un poco, poco a poco). Llegué a casa y corrí a ver a mi cada vez más enorme infanta y a cargarla y a prometerle que la cuidaré muy bien y que siempre estaré ahí para ella, luego saludé a mi amada y le conté lo que había visto, y mi nudo en la garganta se apretó y lloré abrazado della por un instante, por esa beba de la calle, y su presente, y su futuro.
Recuerdo que en una ocasión en que acompañé a mi hermana a una boda fina en Chihuahua conversé con el papá de la novia, un viejo tiburón con cara de corrupto que me decía eso de que de adolescente y hasta de joven estaba bien ser idealista y querer cambiar al mundo y todas esas tonteras de izquierdas, pero que a partir de cierta edad había que dejarse de estupideces y hacer lo que fuera necesario para escalar posiciones sociales y económicas. Pero con la visión de la pequeña de la calle me doy cuenta de que no he madurado, por esa bebé, pero sobre todo por Loana, tendría que cambiar al mundo, tendría que buscar por todos los medios dejarles un lugar menos áspero, más amable, más solidario y justo, más digno de vivirse y disfrutarse. Creo que por eso es que traduzco Parecon y estoy en pro del software libre, en fin, el nudo sigue latente.
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