El viernes pasado que fuimos a las vacunas del cuarto mes de vida de Loana y se portó de lo más valiente. La inyectaron en las piernitas, enfrente, y se quejó del dolor pero no lloró desconsolada como esperábamos. Tal vez es que ya creció, o que como le engordó la piernita no fue tan intenso el piquete, no sé... Definitivamente no se lo atribuyo a la buena mano de las dos enfermeras, una en el seguro y otra en el pediatra, pues al día siguiente a Loana le salieron unas bolas roji-moradas hinchadas y duras. Las bolas perdieron el color al segundo día, pero aún hoy en día se le siente duro en los muslitos en los puntos donde la vacunaron.
Se portó como las machas en el momento de las inyecciones, decía, pero ya en la noche, antes de dormir, supongo que le empezaron a doler sus extremidadcitas y lloró y lloró y no se calmaba, y ya era tarde, así que le dimos Tempra pediátrico y finalmente se tranquilizó y se durmió.
Todo lo anterior hizo que mi amada pusiera en su facebook una idea que me parece genial, dijo que si para los adictos a la nicotina han sacado parches, ¿por qué no hacer que las vacunas se administren de un modo similar?, con un parche para el neumococo, otro para la quíntuple, pegados en la espaldita del bebé, lugar que no se alcanza con las manitas (para el remoto caso de que llegara a querer quitárselos). Con algo así le ahorraríamos dolores a nuestra pequeña y eso definitivamente es atractivo.
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