1 de marzo de 2010

Anarquismo triunfante (8 de 36)

Cuando llegamos a este punto de la discusión, nos encontramos en contienda con el otro protagonista principal de la idiotez educada: el econo-enano. Igual que el androideIP, el econo-enano es una especie de erizo[9], pero ahí donde el androide está comprometido con la lógica por experiencia, el econo-enano se especializa en en una visión de la naturaleza humana enérgica y bien enfocada pero totalmente errada. De acuerdo con la visión del econo-enano, cada ser humano es un individuo en posesión de "incentivos", los cuales pueden ser desenterrados retrospectivamente imaginando el estado de su cuenta de banco en varios momentos. Así que en esta instancia el econo-enano se siente obligado a objetar que sin las reglas sobre las que estoy satirizando, no habría incentivos para crear las cosas que las reglas tratan como propiedad privada: sin la habilidad de excluir a otros de la música no habría música, porque nadie podría estar seguro de lograr que le pagaran por crearla.

La música no es realmente nuestro tema; el software que estoy considerando en este momento es del viejo tipo: programas de computadora. Pero como el econo-enano está determinado a lidiar al menos superficialmente con el tema, y puesto que, como ya vimos, ya no es realmente posible distinguir programas computacionales de ejecuciones musicales, debemos decir una o dos palabras al respecto. Al menos podemos tener la satisfacción de permitirnos un argumento ad pygmeam. Cuando el econo-enano se vuelve rico, según mi experiencia, va a la ópera. Pero sin importar cuan frecuentemente escuche el Don Giovanni nunca se le ocurre que el destino de Mozart debería, según su lógica, haber disuadido a Beethoven, o que tenemos La flauta mágica incluso a pesar de que Mozart sabía muy bien que no le pagarían por ella. De hecho, La flauta mágica, la Pasión según San Mateo, y los motetes del asesino de su esposa Carlo Gesualdo son todas parte de la tradición de siglos de antiguedad del software libre, en el sentido más general, que el econo-enano nunca reconoce del todo.

9. Ver Isaiah Berlin, 1953. The Hedgehog and the Fox: An Essay on Tolstoy's View of History. New York: Simon and Schuster.

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