2 de abril de 2010

Lo trágico en lo cómico sin viceversas

El sábado en la noche mi musa y yo volvimos a ver la de Melinda y Melinda. Me pasa que cada vez que reveo una de las pelis del Woody, me late más, y me parece más genial. En la de Melinda y Melinda me gusta como se desliza entre el enfoque trágico y cómico, y cómo demuestra que al fin y al cabo una comedia es una tragedica con un timing específico.

Por ejemplo, el actor desempleado Hobie, interpretado por Will Ferrell en la versión cómica está enamorado de Melinda y no sabe cómo deshacerse de su relación en curso con Susan (Amanda Peet) sin lastimarla. ¿Cómo se resuelve?, pues él llega a casa y la encuentra en la cama con otro. Una situación que en cualquier otro momento y/o circunstancia podría ser causa de angustias y represalias tremendas y dar pie a la tragedia, es tomada con mucha ligereza por el personaje porque pues él estaba buscando una forma de zafarse. En seguida sale otra vez Hobie a quien todo le resultó fácil con Susan, e intenta declarársele a Melinda, pero justo antes esta le narra que acaba de enamorarse de alguien más. La desilusión del pícaro Hobie es cómica porque en su pequeña tragedia personal se queda solo y triste, con sus planes frustrados, aunque sin mayores consecuencias. Sin embargo, para mayor alivio de la audiencia, el final complaciente de la película le devuelve la alegría.

Del lado trágico se repiten elementos vistos en la historia cómica (y viceversa), pero el manejo es muy diferente, más interior, más silencioso, más grave. Por ejemplo el siguiente elemento: del lado cómico, en un momento dado Hobie sale con su amigo Walt (Steve Carell) y con Melinda al hipódromo, y cuando regresa a casa Susan le pregunta que con quién fue, y él sólo responde que con Walt para inmediatamente cuestionarse en voz baja frente al espejo por qué no mencionó a Melinda y casi ser descubierto en su dilema por su esposa. Del lado trágico, mismo elemento: Laurel (Chloë Sevigny) llega a casa después de cenar con Melinda y el reciente novio de esta última, un pianista llamado Ellis Moonsong (Chiwetel Ejiofor) que le coquetea durante la cena a Laurel y por quien ella siente una gran atracción. Al llegar a su casa Laurel le miente a Lee (Jonny Lee Miller), su esposo, respecto de la velada que acaba de pasar. Entonces ella entra en su habitación y se queda viendo su reflejo en el espejo, y sin que diga una sola palabra el espectador entiende que se está cuestionando sus sentimientos y su relación.

Hay un montón de detalles: los interiores, las actitudes, el timing, el desarrollo de los personajes, la historia, etc, que hacen que la cosa se vaya poniendo cada vez más grave en la narración trágica mientras que del lado cómico la situación sea, sí, trágica para uno de los personajes pero sin consecuencias terribles ni nada digno de miedo o de compasión. Me gusta que el primer nivel de la película trate de una competencia entre dos escritores, uno cómico y otro trágico, en la que los dos toman los mismos elementos para armar sus historias. Al final los dos las logran.

3 comentarios:

choco Nocturno dijo...

La ambientación es fascinante. El contraste evidente respecto de las locaciones, la iluminación, el vestuario es abrumador. Elese way es un genio.

DD dijo...

Me acordé de cuando leímos muertos de risa el capítulo de Berthe Trepat ¿te acuerdas? ahí tumbados en la cama un fin de semana de esos donde solíamos leer mucho y pararnos a comer algo a eso de las 8 de la noche y luego de haberlo pensando mucho. Aaaay (suspiro).

Ah sí, Berthe Trepat, el retrato literario más miserable, ruín, patético y desnudísimo del ser humano, impreso en Rayuela. Sobra decir porque también se lee cómico... Mira, una probadita:


"Berthe Trépat miraba la sala vacía. Le temblaba un poco un párpado. Parecía preguntarse algo, esperar algo. Oliveira sintió que debía seguir hablando.

-Un artista como usted conocerá de sobra la incomprensión y el snobismo del público. En el fondo yo sé que usted toca para usted misma."

persona.vitrea dijo...

Sip, recuerdo, era delicioso, y qué rico nos reimos con Berthe Trepat. Aaahhh (suspiro), ahora debemos esperar al menos 25 años para volver a quedarnos encamados leyendo hasta la noche. Mientras tanto, disfrutemos a Ratonpín :-D