Las tecnologías digitales son más flexibles que la imprenta: cuando la información adopta una forma digital, la puedes copiar fácilmente para compartirla con otros. Es precisamente esta flexibilidad la que se ajusta mal con un sistema como el del copyright. Esa es la razón del incremento de medidas perversas y draconianas que se emplean en la actualidad para hacer cumplir los derechos de autor del software. Considera estas cuatro prácticas de la Asociación de Editores de Software (Software Publishers Association o SPA):
- Propaganda masiva que dice que está mal desobedecer a los dueños del software para ayudar a tus amigos.
- Pedirle a las personas que se conviertan en soplones y delaten a sus colegas y compañeros de trabajo.
- Redadas (con ayuda policiaca) en oficinas y escuelas, en las que se exige a las personas que prueben su inocencia respecto de hacer copias ilegales.
- Procesos judiciales (por el gobierno de los EEUU, a petición de la SPA) a personas como David Lamacchia, del MIT, no por copiar software (no se le acusa de copiarlo), sino meramente por dejar sin vigilancia equipos de copiado y no fiscalizar su uso.
Cada una de estas cuatro prácticas son similares a aquellas usadas en la antigua Unión Soviética, donde todas las máquinas copiadoras tenían un guardia para evitar copias prohibidas, y donde las personas tenían que copiar información en secreto y pasarla de mano en mano como «samizdat». Por supuesto hay una diferencia: el motivo para el control de información en la Unión Soviética era político; en los EE.UU. el motivo es el beneficio económico. Pero son las acciones las que nos afectan, no el motivo. Cualquier intento de bloquear el compartir información, sin importar por qué, lleva a los mismos métodos y a la misma dureza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario