23 de abril de 2010

Y nos dieron las diez y las once

Mi amada es super fans del Joaquín Sabina, ella tenía muchas ganas de ir al concierto quel cantautor español dió acá en Mexicalpán de las tunas la semana pasada y esta que acaba de terminar. Yo me hice menso porque con los pañales y las toallitas limpiadoras y las leches y todolodemás, mi presupuesto está permanentemente archirrecortado. Un día en la oficina me preguntó de repente Nacho: "Oye, ¿te interesa ir al último concierto de J.S.?, es que en el departamento x están regalando entradas y les quedan unas cuantas..." Por supuesto dije que sí, emocionado por poder emocionar a mi musa. El día que me entregaron los boletos llegué a casa después del trabajo y se los mostré a mi compañera, quien sonrió sorprendida pero (aah sí, un pero) no tan emocionada pues ella acababa de comprar por internet otros boletos un piso más abajo (o sea, más cerca), de cualquier modo habría familiares y/o amigos a los que seguramente les interesaría ir con nosotros al toquín...

El día del evento fuimos a dejar a Loana con una de mis cuñadas para que nos la cuidara, nos acompañaron al concierto otras dos cuñadas (sólo faltó una para involucrar ese día a todas las hermanas de mi amada), tras una accidentada y lenta travesía hacia el Auditorio, llegamos ante la puerta de donde nos tocaba entrar a la sala la tercera vez que daban la tercera llamada, y una señora con cara de pocos amigos nos llevó hasta nuestro lugar justo cuando empezaba a cantar el astro español. Fue una velada agradable, el viejo Sabina demostró la potencia de su ronca voz, hizo comentarios en verso y chistes de actualidad, adaptó "al vuelo" sus canciones para complacer a su audiencia mexicana, y agradeció feliz los aplausos y las ovaciones. Llevaba un escenario colorido que cambiaba dependiendo de la iluminación, y a virtuosísimos músicos de larga trayectoria profesional a su lado. El sonido fue impecable pues entendí cada palabra de cada canción, cosa que nunca antes en un concierto me había sucedido.

El espectáculo duró dos horas y media, me percaté que el estilo de varias de las rolas de J.S. tiene algo más que un aire a mariachi. De hecho, podría cantarlas cualquier mariachi y sonarían perfectamente en su lugar. Saliendo pasamos a comprar una taza y una playera de rigor, y corrimos a recoger a nuestra beba, a quien extrañamos durante el concierto y la cual según nos contaron también nos extrañó. En cuanto estuvimos con ella se despertó y se puso de platicadora con su mamá, Y así estuvo, animada y alegre hasta que a la una y media finalmente se durmió.

1 comentario:

choco Nocturno dijo...

Pero sí compraron la taza oficial y no la PIRATA, ¿verdad?