9 de junio de 2010

Almacenar pañales e imaginar futuros

Tras el reparto de utilidades y la primera chamba externa exitosamente ejecutada y cobrada, hice algunas compras a granel (como acostumbro) y ahora tengo de reserva 9 paquetes de 54 pañales cada uno, los cuales calculo que le durarán hasta dentro de dos meses a Loana (sólo espero que no le queden chicos cuando todavía nos sobren muchos); hay once paquetes de toallitas limpiadoras de traseros que por el acelerado ritmo con que las consume mi enjendrita, no darán para más de dos semanas; una decena de botellas de agua purificada de gerber y seis latas de fórmula Nan2. De alguna manera, almacenar todo lo anterior me ha tranquilizado con respecto a las necesidades básicas de mi nena (un poco como una botella de agua en Tulum, hace algunos años).

Sin embargo, gran parte de su ropita ya no le viene porque ha crecido exponencialmente, y ahora es momento de comprarle más; y todavía no tenemos su sillita para comer ni el corral, y eso que no va a la guardería y que mi mamá nos la cuida diario gratuitamente. Total, que necesito terminar otra chamba externa a más tardar dentro de quince días para poder comprarle lo que le hace falta el mes que viene... Es decir, para poder cubrir los gastos del agradable estilo de vida que mi musa y yo queremos darle a nuestra pequeñuela, debemos ganar el doble de lo que ganamos en la actualidad, y eso que no ganamos tan mal para los estándares mexicanos.

Pero lo anterior alcanza sólo para lo que queremos darle en esta etapa temprana de su vida, en las siguientes y en el futuro, el mundo no basta. Por lo que seguramente me volveré un villano de película que, como en la vida real no hay Jamesbonds, me saldré con la mía al tiempo que me frotaré las manos como mosca y por si eso fuera poco la ley estará de mi parte. Las alternativas a la villanía son a) ganarme la lotería, b) que me descubran como escritor y me encarguen un guión para hollywood con un jugosísimo anticipo, c) que me encarguen un sitio web y me lo quieran pagar exageradamente bien, y párale de contar. Quizá me falte imaginación, quizá podría también volvermen un ladrón bonachón y carismático como Robin Hood o Arsenio Lupin, o tal vez un traductor de la Unesco, como Julio Cortázar (no aspiro a nada como se ve), en fin, en lugar de seguir guajireando, me pondré a trabajar en un sitio web.

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