21 de junio de 2010

Estricto seguimiento infantil

Ayer Loana bebió 32 onzas de leche, 5 de agua, fue amamantada aprox 30 minutos, comió dos papillas de fruta (una de manzana y otra de pera) y una de verduras con pollo. Es decir que se alimentó abundantemente, y por eso es que su tamaño y peso son mucho mayores que los de otras niñas de su edad. En ocho días cumplirá ocho meses, sus extremidades son cada día más fuertes y veloces, ya patina por toda la casa en su andadera y cuando está bocabajo parece que quiere empezar a gatear (pero todavía no descubre cómo). Sus ciclos son cada día más espaciados, se tarda más en hacer pipí y en tener hambre (al menos tres horas), y cuando no tiene hambre es tajante en su negativa a ingerir lo que sea que le queramos dar: cierra la boca y aprieta con fuerza los labios, gira su cabecita quitándose velozmente de la trayectoria de la cuchara o el biberón que le presentemos, y en caso de insistirle, manotea con tal violencia que todo lo que esté frente a ella sale volando. Todo lo anterior acompañado de gruñidos y pucheros clarísimos en cuanto al rechazo que trasmiten.

Mi musa y yo llevamos una bitácora de lo que Loana come, de sus baños, de sus cambios de pañal y de sus medicinas. De modo que podemos ver cada cuanto tiene alguna necesidad y anticiparnos, o incluso estimar con mayor precisión qué cosa la tiene inquieta o molesta. Con esa herramienta podemos ver también cambios más lentos, como eso de que se amplíen sus ciclos poco a poco; o detectar irregularidades, como si uno o dos días seguidos su consumo de leche cae de 30 onzas a 18 o 15 (cosa que ha sucedido cuando ha estado enfermita de catarro). Pero en realidad la bitácora sólo es un registro, la caida del consumo de onzas es detectable a simple trato, igual que el distanciamiento entre una y otra toma, o entre uno y otro pañal; sólo es cuestión de observar y estar receptivo. Sin embargo, es un registro que podemos ver y discutir juntos, mi amada y yo, y que conserva cierto grado de objetividad más allá de las impresiones personales. Otra ventaja es que podemos dejar a la bebé con algún familiar y decirle que, por ejemplo, a las 17 tomó siete onzas, le toca comer nuevamente entre 20 y 20:30; o que le cambiamos el pañal a x hora, y que debería hacer otra vez del baño a las y, aunque, si nota que está incómoda o se queja mucho haría bien en revisarla, no vaya a ser que haya hecho pipí.

Total que Loana crece y crece, come y come, mea y caga, se mueve cada vez más y más fuerte, y todo lo tenemos documentado, tanto en la bitácora como en fotografías. Ocúrreseme que cuando cumpla un año mi enjendrita empezaré a sacar las fotos en el blog, pero eso debo consultarlo con mi musa, porque en eso ella tienen la última palabra.

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