El próximo martes Loana cumple ocho meses. Revisé algunas de las fotos desde que nació, y ha triplicado su tamaño y peso, además de haber adquirido tremenda movilidad y fuerza, y mejorar día con día su modelo de comunicación de órdenes y necesidades. Va que vuela para empezar a caminar y trepar, vocaliza y balbucea con mayor claridad cada vez, y demuestra con mayor frecuencia su carácter impositivo y tenaz. Hace no mucho, vi una película en la que unos religiosos enfermos querían domarle el ánimo a una joven sensatísima, por órdenes del estúpido papá; pues bien, yo actuaré al contrario, nada de suavizarle el carácter a mi pequeña, hay que dejarla desarrollarse libre y naturalmente, permitirle ser como es, y si resulta que al paso del tiempo es una tirana pues ni modo, aunque todo tiene sus consecuencias.
Me gustaría escribirle algo a mi pequeña. Algo dirigido a ella, para decirle lo agradecido que me siento de que haya venido a este mundo a transformar por completo mi vida. Algo en tono infantil, con palabras sencillas, para que pueda leerlo desde que aprenda a leer. Algo que le provoque ternura, y le de seguridad, que le den ganas de estar con papá, y con mamá, y que le guste y lo atesore, y lo saque dentre sus cositas sagradas para leerlo de vez en cuando. Uno entre muchos, que le iré escribiendo, para que elija al azar, libremente, como una especie de oráculo al que consultar al inicio y al final del día. En fin, yo acá ya imaginando que lo que diga o escriba le parecerá digno de atención. Y si no, no importa, porque uno escribe para otros, sin duda, pero también para uno mismo, para imaginar que con ello podrá agradar a esos otros. En mi caso, quiero poder decirle a Loana cuánto la quiero, cómo la quiero, (desde) cuándo la quiero, etc, etc, etc.
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