Cuando crezcas, mi amada Loana, no recordarás prácticamente nada de este periodo de tu vida. Sin embargo, si lo que me han dicho es cierto, esta es una etapa crucial en la que se está fijando el carácter y la personalidad que te marcarán por el resto de tu vida. Claro, llegado el momento, tú podrás decidir que algo de tu forma de ser no te agrada y lo cambiarás para ajustarse mejor a tus ideales, que ojalá que sean altos y humanistas. Cambiar es de lo más difícil que existe mi beba amada, en primer lugar precisamente porque no tenemos en la memoria conciente las referencias de porqué actuamos como lo hacemos, en segundo lugar porque para cuando llegas a la edad en la que puedas autoforjarte, mucho de quien seas se habrá reafirmado en tus actos y tu historia personal, y en tercer lugar porque para cambiar algo tendrás que reconocer que eso que quieras modificar es algo que no está bien, y reconocer los propios errores es algo que pocos, los mejores, logran hacer. En fin, tu mami y yo intentamos ser cuidadosos y actuar de manera equitativa, generosa y cariñosa entre nosotros y hacia ti, para que tú recibas ese ejemplo y puedas ser así cuando crezcas. Sin embargo a veces nos impacientamos el uno con la otra (y viceversa) y nos portamos mezquinos y ruines, cosa que los dos sabemos que está mal, y que tratamos de modificar pero que quizá recibimos como ejemplo en los tiernos años por los que tú ahora estás pasando, y es por lo mismo muy difícil. Por ello te ofrezco una sentida disculpa y mi compromiso de seguir esforzándome, porque, mi hermosa nena, yo sólo quiero darte lo mejor de mí, y del mundo, y mejorar al mundo para que pueda ofrecerte más de el.
Pequeña princesita mía, me encanta llevarte sobre los hombros aunque no pueda verte cuando estás ahí arriba, siento cómo te agrada, oigo tus expresiones emocionadas y risueñas, y me derrite pensar en un entusiasmo tan puro y tan nuevo. Te prometo que de aquí a que tengas unos seis años, siempre que estemos juntos te subiré un ratito a mis hombros para que veas al mundo desde esa posición elevada que tanto te gusta. Te amo Loana, y amo a tu mami, a quien supongo que, hasta que tú tengas la capacidad para leer y entender, va en realidad dirigida esta carta. Me despido por el momento, y te dejo con mi amplia sonrisa y mis ganas de redescubrir el mundo a tu lado. Tu papá.
29 de junio de 2010
Estimada cría mía
Etiquetas: reflexiones - Publicó persona.vitrea a las 09:00
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