El viernes previo a mi reanudación de actividades laborales (octavo día tras el inicio de las vacaciones, séptimo tras el inicio de la travesía veracruzana, tercero después de la conclusión del viaje) nos levantamos cerca del medio día y fuimos al museo Soumaya porque queríamos aprovechar el día y pasear un poco. El museo está en un centro comercial muy nice: Plaza Loreto. Entrada libre, tiene una exposición temática tabacalera excelente en un ala del edificio. En la otra, empieza una sección de 'moda a lo largo de la historia' que no me gustó tanto, pues la pusieron sobre un fondo púrpura que hace palidecer las prendas expuestas (si es que alguna vez tuvieron color). Al final de la de modas, se llega a la sección de Rodin y los impresionistas; colección que debe ser muy valiosa, aunque la disposición no me gustó tanto. Esto lo discutiré después con una amiga que es museografa y seguramente tiene una opinión mucho mejor fundamentada.
Después del museo fuimos al Fondue Haus que está en Pabellón Altavista, si fuéramos clientes verdaderamente frecuentes nos hubieran preguntado si queríamos lo de siempre: una botella de tino, una sopa de cebolla, un taboulé, y una fondue de filete con sus varios aderezos. No nos preguntaron y tuvimos que ordenar enunciando los platillos requeridos. Terminando de comer recordamos que Rodrigo trabaja en el sur, que era su cumpleaños y que probablemente saldría pronto de la oficina. Le llamamos y se reunió con mi musa y conmigo, sugirió que fueramos a oir jazz y blues al bar Nueva Orleans, que quedaba cruzando la avenida. Fuimos, pedimos una botella más de tinto y un platón de quesos, y estuvimos disfrutando de la música hasta tarde. Pagamos la cuenta, todavía pasamos un ratito a casa del ro, y regresamos mi amada y yo en la madrugada al hogar.
El sábado estuvimos echados hasta tarde, nos bañamos y vestimos, fuimos a Pabellón Polanco porque mi musa quería comprar unas películas para que pudiérmos ver juntos. Adquirimos Dr. House, las primeras tres temporadas, y Take the money and run de Woody Allen. Después fuimos a comer-cenar al Puerto Madero, restauránt de carnes argentinas del cual nos descepcionó su carpaccio. Regresamos a jugar ajedrez y a estrenar la serie, los primeros dos capítulos nos malviajaron y pasamos el resto de la madrugada exorcisándonos. El domingo fuimos a comer a Texcoco a casa de mis papás, invitamos a los papás de mi princesa, y pasamos una tarde muy agradable todos juntos.
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