24 de febrero de 2009

AgroEcoWarriors caravan

El fin de semana del amor y la amistad fuimos de paseo en bola de amigos.

Salimos de México City: Caty y Sebastián, Rodrigo, mi musa y yo, llegamos a Texcoco de donde como a las once y partimos nuevamente en caravana detrás del auto en que iban Xico y Marta con su bebé Yolotzin, y Óscar, hacia Españita, Tlaxcala, unos 20 kilómetros después de Calpulalpan, para conocer al Grupo Vicente Guerrero Agroecológico. Arribamos cerca de la una de la tarde, y ya habían llegado Pepe y Velia con su hijo Áxel, invitados de mi amada.

Nos recibió Pánfilo Hernández, un promotor de esa comunidad, y nuestro guía ese primer día. Nos invitó a "desayunar" abundantemente al comedor de la casa de adobe que tienen por sede de sus oficinas. A continuación nos mostró su presentación de powerpoint institucional con la misión, visión, y demás datos y detalles de su comunidad, en donde demostró gran soltura y conocimiento de los temas tratados. En resumen: recuperación y conservación de suelos, prácticas de cultivo sin uso de fertilizantes ni pesticidas, trasmisión del conocimiento de 'campesino a campesino', almacenamiento y aprovechamiento del agua (escasa en esa zona) por medio de cisternas de ferrocemento, equidad de género y organización comunitaria.

Después de eso, Pánfilo nos invitó a dar una caminata para conocer las tierras de las que nos habló, y nos llevó, tras pasear por una fresca cañada con un riachuelo, hasta una cabañita en la ladera de un cerro donde pudimos ver algunas de las ingeniosas y a la vez simples herramientas que utilizan para nivelar la tierra, y hacer terrazas bordeadas de árboles frutales para evitar la erosión y conservar más la humedad del suelo.

Volvimos a la casona cerca de las cinco y comimos, otra vez a cuerpo de rey, sopa de pasta, un delicioso guiso vegetariano de rajas, calabacitas y elote, tortillas hechas ahí mismo y agua de guayaba y mandarina. Luego volvimos a salir y visitamos la finca de Don Roque, propietario de dos hectáreas labradas según los estándares del grupo, en donde un genial ganso guardian nos estuvo advirtiendo "amenazadoramente" lo non grata de nuestra intrusión.

Regresamos a cenar, otra vez en cantidades enormes y con sabores deliciosos, conversamos un par de horas con nuestros anfitriones, luego fuimos a arreglar el dormitorio, salimos a beber unas cervezas a la luz de millones de estrellas invisibles desde la ciudad, la mayoría nos acostamos sobre el pasto y hasta vimos pasar algunos satélites. La conversación fue enriquecedora y sabrosa. Como a la media noche todos nos fuimos a dormir porque al día siguiente la jornada empezaría a las siete y media.

Continuará...

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