9 de febrero de 2009

Parecon - La introducción (15 de 20)

Las opciones que existen para la distribución son la planeación centralizada como la que se usó en la antigua Unión Soviética y los mercados competitivos utilizados en todas las economías capitalistas. En la planeación centralizada una burocracia selecciona información, formula instrucciones, envía esas instrucciones a los trabajadores y consumidores, recibe retroalimentación, refina las instrucciones un poco, las vuelve a enviar, y recibe finalmente obediencia. En un mercado, cada competitivo actor compra y vende productos, recursos, y la habilidad para desempeñar alguna labor a precios determinados por las demandas de la competencia. Cada actor busca ganar más que aquellos con quienes intercambia.

El problema con cada uno de esos modos de conectar actores es que imponen presiones a la economía que subvierten a la solidaridad, la igualdad, la diversidad, y la auto-administración.

Por ejemplo, incluso sin propiedad privada de capital, los mercados favorecen el beneficio privado por encima del público y encauzan a las personalidades en direcciones anti-sociales que disminuyen e incluso destruyen a la solidaridad. Recompensan a la productividad y al poder, no al esfuerzo y sacrificio. Producen una clase incapacitada sujeta a labores obedientes y repetitivas, y una clase capacitada que acumula crecientemente el mayor ingreso y determina los resultados económicos. Obligan a los que toman decisiones a ignorar competitivamente las amplias implicaciones ecológicas de sus elecciones. La planeación centralizada, por su lado, niega la auto-administración y produce las mismas jerarquías y divisiones de clases que los mercados, pero en cambio está basada en la distinción entre planeadores y aquellos que implementan sus planes, extendiéndose desde esos fundamentos hacia afuera para incorporar trabajadores habilitados y sin capacitación de manera generalizada.

En breve, ambos sistemas de distribución subvierten en lugar de propulsar los valores que nosotros más estimamos. Así pues, ¿cuál es nuestra alternativa a los mercados y la planeación centralizada?

Supogamos que en lugar de modelos descendientes, planeación centralizada, y mercados de intercambio competitivos, optamos por tomar decisiones coperativa e informadamente a travez de estructuras que les aseguren a los actores una voz en las decisiones en relación con qué tanto les afecten los resultados, y que les proporcionen acceso a evaluaciones precisas así como al entrenamiento adecuado y la confianza para desarrollar y comunicar sus preferencias --Es decir, que optamos por un tipo de distribución que impulse la auto-administración participativa basada en consejos, la remuneración por esfuerzo y sacrificio, los trabajos combinados balanceados, las evaluaciones escrupulosas de los impactos colectivos y ecológicos, y la desaparición de las clases.

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