La crisis mundial no es nada comparada con la crisis interna vivida hace poco en la empresa que me emplea, al menos desde el punto de vista informático del área en que trabajo. Sucedió que quise hacer una copia del repositorio en el que trabajamos de una máquina virtual en nuestro host Wim, a otra máquina virtual pero con un sistema más nuevo en el mismo host. La operación no concluyó por un error de input/output que me hizo temer lo peor, esto es, que las máquinas virtuales se hubieran corrompido, y en efecto, les pasé un revisador de disco y había errores, fueron corregidos y me dispuse a volver a copiar de una máquina a otra los archivos. Más errores, y ahora no sólo en las máquinas virtuales, sino que también en el host, que ya no sabía servir máquinas virtuales.
Decidí apagarlo y bajar al site a revisar. Desde entonces no he podido hacer que vuelva a arrancar. Mi último intento desesperado será iniciar con un live-CD, montar las particiones de los discos (de los cuales mi mayor temor es que tengan daños físicos), sacar los archivos de las máquinas virtuales y pasarlas a mi disco duro en otra estación de trabajo y correrles el revisador de disco. Luego instalar cuanto antes otro servidor de máquinas virtuales en otro hardware para finalmente poner ahí nuevamente nuestros ambientes de desarrollo. Pero eso lo voy a hacer hasta mañana. Salí tarde de la oficina después de numerosos intentos fallidos.
Mientras tanto el fantasma de la aplicación que nos lanzará al estrellato del desarrollo de software industrial se cierne sobre nosotros. Tiene tantas partes que da para seis meses de trabajo, pero la necesitan para ayer. El fin de semana pasado fui a la oficina y con el equipo veterano de programadores desglosamos las tareas en una hoja de cálculo, se vería mucho mejor en tickets del trac, lo cual facilitaría un seguimiento puntual del proyecto, sin embargo con nuestros ambientes de desarrollo fuera de operación estamos en severísimos apuros. El nivel de angustia sube.
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