La lucha por la libertad de pensamiento, que es admirada universalmente, aunque no siempre apoyada en los hechos, va de la mano con una contienda menos admirada universalmente en pos de la justicia económica y la igualdad de las personas. "Die Gedanken Sind Frei": ¿cual es su pequeño enunciado o verso contemporáneo? Bien, nombraré uno: "Cuando Adán exploraba y Eva hilaba, quién mandaba?", la frase es atribuida a John Ball, el lider de la revuelta de campesinos en Inglaterra en 1381.
Hemos asociado la lucha por la igualdad humana con la lucha por la libertad del conocimiento y las hemos asociado correctamente: van juntas. Debido a que el reconocimiento de la posibilidad individual, el permitirle a cada uno ser lo que ella y él pueden ser, se sostiene inherentemente sobre la disponibilidad del conocimiento; la perpetuación de la ignorancia es el incio de la esclavitud. Así que somos parte entonces de dos batallas, nos guste o no. Una lucha por la libertad del pensamiento y una lucha por la justicia para las personas. Que la privatización de la cultura, la transformación del aprendizaje en un producto de consumo, presenta un peligro a un movimiento por la igualdad y la justicia económica es obvio para todos. Tal es, como Thomas Krueger acaba de señalar, creo que muy elocuentemente, una parte inherente del problema de la globalización, cuyo lado soleado somos nosotros. Porque globalización de otro modo significa el empobrecimiento de los trabajadores por medio de la competencia sin remordimientos entre las partes ricas y pobres de la humanidad. Una batalla guiada para el beneficio de los accionistas, es decir los menos, por medio de limitaciones al conocimiento disponible para los más. Como corresponde, nos encontramos frente al siglo 21 no como los inventores de algo nuevo, sino como la más reciente generación luchando por ideales que son muy viejos.
Lo que nos diferencia de aquellos que lucharon en el pasado, como Volker acaba de distinguir para ustedes, es un cambio del utopismo a lo práctico. Desde el momento en el cual ese movimiento para la libertad del pensamiento y la igualdad económica --o al menos política-- empezó a ganar momento a mediados del siglo XVIII, aquellos que luchaban por la libertad estaban condenados al utopismo. Los ideales de las revoluciones Americana y Francesa que trajeron al mundo lo que hubo de libertad de pensamiento e igualdad entre las personas al final del siglo XVIII descansaban necesariamente sobre esperanzas, sobre sueños y creencias acerca de lo que podría ser posible bajo condiciones de transformación tumultuosa y sin precedentes.
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