Según esto, vamos sobre un avión en picada que se estrellará en no mucho tiempo. Esa es la visión que algunos apocalípticos quieren transferir a quienes los escuchan. Lo curioso es que esa metáfora no ayuda a reaccionar, o a mejorar algo siquiera. ¿Por qué?, pues porque para empezar no soy piloto aviador y no sabría meterme a la cabina y cambiar la dirección que se lleva incluso aunque armara una revolución a bordo para deponer a los incompetentes choferes aéreos, ni sabría diagnosticar siquiera porqué es que vamos en picada (pudo ser simple negligencia del capitán o que ya no haya combustible o que se hayan roto los motores, o que la fuerza de gravedad se haya multiplicado mágicamente por n, o lo que sea).
Ante la situación recién descrita lo que corresponde es ponerse a rezar y esperar inmóvil la desgracia. Otra vertiente de dicha situación pero en cámara lenta, es la de 'Vamos en un barco con rumbo a los icebergs', lo que sí, confiere más tiempo pero igual de impotencia por similares dificultades técnicas a las mencionadas arriba. La vertiente cósmica es: "nuestro sistema solar se mueve aprox a 810 mil kilómetros por hora en una órbita alrededor del centro de la galaxia, podría nunca haber recorrido la órbita completa, y podría ser que en lo que falta por recorrer hubiera un hoyo negro en su camino." En cualquier caso, nada que hacer, la humanidad va que vuela hacia su destrucción...
¿Cómo sería una visión para mover a la acción individual? Debe ser atractiva, debe ser alcanzable, debe ser constructiva (no catastrófica), debe ser progresiva, y debe ser indulgente con el fracaso de los esfuerzos colectivos, así como con las debilidades de los que juegan. Sin este último punto sería un totalitarismo inaguantable. En fin, que la idea es ganarnos el paraíso poco a poco con acciones, sin paralizarnos por el inminente apocalipsis.
3 comentarios:
Quizá la lección de los catastrofistas pueda capitalizarse si adaptamos un poquito su discurso.
Se vuelve útil si lo expresamos así: si permanecemos inmóviles, seremos como los pasajeros tripulantes de un vehículo a punto de chocar. Luego, hay que movilizarnos. Cada quién será su propio piloto bajo la consigna de pensar global, actuar local.
También se puede sintetizar lo siguiente: entre más grande es el vehículo, mayor es la catástrofe. Es una buena síntesis por que mucho de lo que va mal con nuestros sistemas de vida tiene que ver con su tamaño insalubre.
Además: muchas desas acciones son más acerca de dejar de hacer cosas que de inventar cosas nuevas qué hacer. Sin que esto implique menor creatividad.
Lo complicado es que sabemos perfectamente que la solución pasa por un cambio de estilo de vida, de uno de consumo a uno de producción. Pero para ello se requiere una nada despreciable inversión de infraestructura, si se quiere hacer más o menos cómodamente (ver el post ese de llevar la ciudad al campo).
Ahora... la cosa se puede hacer como alguna vez sugirió, en broma, el absorto: irse ai al cerro con un costal de frijoles, y sentarse en la noche a contemplar la fogata. Pero si bien es es posible, no lo hacemos porque nuestra psique exige su dosis culturaloide para hacer cosas como esta de comentar aquí.
Tons hay que hacerlo con un chingo de infraestructura, para lo cual se requiere un chingo de dinero.
Hence, hay que hacer un chingo de dinero.
Hence, hay que ganar el favor de los Ancianos y de Slim. Tanto más si Slim pasa a ser un Anciano.
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