17 de noviembre de 2009

¿Cómo no sentir miedo?

El primer día que fuimos con el pediatra, una semana antes del nacimiento de Loana, ante nuestra enorme cantidad de preguntas, dudas, angustias, e interrogantes; éste nos dijo que había dos formas de vivir la paternidad: sufrirla o gozarla; que el mundo era tan complejo y tan variable que anticiparse a todo era imposible, así que nuestra idea de un checklist para saber cuales podrían llegar a ser las necesidades de nuestra pequeñuela sólo era un modo más de pre-ocuparnos o de pre-angustiarnos (sufrirla). Que en realidad notar cuando un pequeñuelo se está poniendo malo, siendo observadores, no era una cosa tan difícil. Ni tampoco es difícil, después de un breve periodo de adaptación, saber qué tiene llorando a tu bebé. Gozarla querría decir relajarse y disfrutar de los acontecimientos como únicos e irrepetibles, y dejar que fueran pasando las cosas que tengan que pasar reaccionando "oportunamente" ante los contratiempos.

Ahora bien, Loana no llora, de repente gruñe con distintos niveles de intensidad. Esa actitud anormal (según yo lo normal sería que berreara cada que algo la incomodara) a veces me preocupa: ¿y si es un síntoma de algo? Por otra parte, es tan chiquita, se ve tan frágil, es tan hermosamente observadora e incapaz de comunicarse verbalmente, y su estado físico es tan difícil de distinguir; que mientras duerme no sé si está dormidita o si ya se nos murió, y siempre que me asalta la angustia y la toco, la estimulo, busco una reacción, y siempre he interrumpido su plácido sueño por nada, por un temor que me nace en el pecho y en el fondo de mis inseguridades. En resumen, muchas, muchísimas veces, la sufro.

Por otro lado también la disfruto, me gusta cargarla, ver su mirada limpia y exploradora, sentir como el pecho de su mamá la nutre y la hace pesar más día con día, me gusta limpiarla, cambiarla, ponerle su ropita y acariciarle la cabecita. Me gusta ponerla a eructar. Me gusta ver como se va formando su caracter y me gusta que se duerma sobre mi pecho, tranquila, oyendo el latir de mi corazón y mi respiración: fuera de peligro en los brazos de papá. En otras palabras, también la gozo. Así pues, no creo que gozarla o sufrirla sean alternativas, la una o la otra, sino que son dos partes complementarias permanentes, la paternidad se sufre y se goza, y no creo que una más que la otra, sino igualmente, simultáneamente.

No hay comentarios.: