En este momento además de haberme quedado atorado a dos tercios del final de la selección de lecturas de lingüística general de la universidad, leo un librito que nos mandó, a mi musa y a mí, mi tía Elízabeth (que tuvo a su bebita --mi primita Paula-- nueve meses antes de que naciera Loana) titulado Mi Bebé, salud y vida (el título original en inglés es: Your new baby) De la Dra. Miriam Stoppard, quien según la contraportada es una "destacada experta en el cuidado de la salud". El tomo es, según se dice en el dorso: "UNA GUÍA ILUSTRADA del cuidado del bebé durante los importantísimos seis primeros meses de vida"; y ahí mismo nos avisan que contiene: "consejos prácticos y útiles sobre todos los aspectos fundamentales, desde la alimentación y el llanto hasta el sueño".
Trae fotos de bebés (pues claro, es un librito ilustrado) en todas las páginas por todos lados para ejemplificar lo que se menciona en uno o cuando mucho dos párrafos informativos. Sé que la brevedad es una cualidad, pero hay sub-temas sobre los que quisiera profundizar y para los que no vienen referencias bibliográficas de ningún tipo y la "explicación" es tan pero tan resumida que apenas si se llega a vislumbrar lo mencionado.
Donde más se extiende es en cosas que considero obviedades como: "Dejar llorar a un niño nunca es bueno, por más que muchas veces oiga decir lo contrario [...] Un estudio demostró que los bebés cuyo llanto fue ignorado en las primeras semanas de vida solían llorar con más frecuencia y persistencia conforme crecían. Para muchos, brindar amor y atención es sinónimo de "malcriar" [...] A un niño de seis meses que es atendido, sostenido en brazos, mimado, cuidado con amor y al que se le habla con cariño y se le brinda seguridad no se le está enseñando a llamar la atención de los demás, sino a amar y cultivar relaciones humanas..."
Claro, a mí me parece obvio, tal vez porque prefiero someterme a la "tiranía" de Loana y de sus necesidades, que tratar de inculcarle desde tan chiquita mis horarios preferidos o que padecer los alaridos que seguramente pegaría si no la atendiéramos con presteza. Pero mi mamá me platicó que cuando yo estaba recién nacido y lloraba en la madrugada, mi padre (en ese entonces un brutal post-adolescente de apenas 25 años) le decía que me dejara llorar para que me acostumbrara a dormir de noche, y para que fuera entendiendo que los berridos no eran una forma de negociar, y para que de paso se me fortalecieran los pulmones... Ahora que tengo a mi propia cría opino que mi papá era un bruto, o un bárbaro, o un maldito, y que qué bueno que mi mamá no le hizo caso. Y creo que por eso mismo, y porque como la mayoría de los que se reproducen en este país no pasan de los 23 años, es importantísimo que obviedades como la mencionada el párrafo anterior sean explicadas y repetidas y reforzadas día con día con día con día...
En la universidad mientras tanto, voy fatal, no he hecho tareas, este fin de semana intentaré hacer algunas y veré si logro pasar aunque sea un par de materias. Quiera el Om cósmico que así sea, y que no tenga que esperar un año para volver a intentarlo.
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