2 de julio de 2010

Buenas decisiones (positive karma)

En la oficina me siento muy bien. A diferencia de cuando estaba en Hipsa (así le decía su dueño), que los proyectos no estaban bien delimitados ni/o establecidos, que los tiempos de entrega eran ridículamente cortos, que los jefes ni se paraban por nuestros lugares para ver cómo íbamos, que hacíamos dos o tres juntas diarias de más de una hora cada una sin conclusiones ni compromisos claros, que salíamos a las ocho de la noche si bien nos iba; ahora estoy en un equipo cuyas cabezas tienen visión (tal vez no sea la más clara, pero les ayuda a dirigir el barco), con una junta mañanera de cuando mucho media hora, con visitas de los jefes a cada rato para ver avances, con objetivos clarísimos y tiempos definitivamente apretados pero no a lo idiota; además de un delicioso horario decente de siete a quincetreinta.

He perfeccionado mi dominio del php, y del mysql vía consola, y ya aprendí los rudimentos del javascript y ahí voy con el jquery. Me gusta que debido a la claridad de los objetivos yo sólo tenga que sentarme a escribir código, para construir y/o resolver detalles específicos y tacleables en unas cuantas horas. Estoy contento con mi trabajo, y espero conservarlo por largo tiempo, al menos hasta que eche a andar un negocio y me alcance para cubrir todos los gastos de Loana. De hecho ayer cumplí un año exacto de trabajar ahí, empecé el primero de julio de 2009, y sinceramente creo que fue de las mejores cosas que pude haber hecho y me pudieron pasar. Ahora debo planificar mis vacaciones, puedo irme seis días hábiles, o sea diez días calendario, en los cuales intenteré descansar de todas las desveladas que traigo arrastrando, y dormir hasta la una o dos de la tarde...

Arghs, esos últimos renglones suenan a cuando podía quedarme acostado sin mayores preocupaciones, a cuando aún no era papá. Hoy en día, con la bebé en casa, tendría suerte si me dejara dormir hasta las diez.

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