8 de julio de 2010

Diagnóstico tiburonero

Cuando en una serie televisiva sucede algo totalmente inesperado, algo que según el desarrollo mismo de los personajes a lo largo de todos los capítulos no debería suceder, o cuando repentinamente se incluye algún personaje nuevo, etc, suele decirse en la jerga de los críticos de T.V. que el programa saltó el tiburón (jumped the shark). Esto porque se supone que cuando algo así pasa, es porque la serie estaba bajando en audiencia o porque a los escritores del guión se les estaban acabando las ideas. Esta expresión nace de una serie de los años setenta titulada Días felices, en la que uno de los protagonistas cuyo carácter no era el ejemplo del tipo atrevido y arriesgado, tras ser retado salta con esquís acuáticos por encima de una zona en la que estaba atrapado un tiburón. Así pues, cuando se dice de una serie que ya saltó el tiburón quiere decir que ya empezó su inexorable declive.

Existen bastantes categorías de salto del tiburón: 1. Cambio de actor para un mismo personaje, 2. Muerte (en la vida real) de uno de los actores, 3. La unión (sexual-sentimental-marital) de dos personajes cuya tensión sexual hacía interesante la trama, 4. Cambiar el entorno (ciudad, casa, barrio), 5. Invitados especiales, 6. episodios extremos (especialmente cómicos, dramáticos, raros, etc), 7. Personaje nuevo, 8. Nacimiento de un bebé, etc. Ahora bien, toda esta explicación del concepto fue para decir que creo que al final del último capítulo de la sexta temporada, Dr. House saltó el tiburón, pues finalmente Cuddy se le declara al famoso especialista de diagnosticos gruñón.

Esta misma expresión la utilizamos el año pasado unos compañeros y yo para indicar que la empresa en la que trabajaba, ya estaba en decadencia, y ya habíamos perdido interés en trabajar ahí. Gracias a Odín (y al Choco) logré abandonar esa nave que ahí sigue, a la deriva como siempre, y permanentemente a punto de hundirse, como siempre.

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