III. El anarquismo como un modo de producción
Es una linda historia, y si tan sólo el iPdroide y el econoenano no hubieran sido cegados por la teoría, la hubieran visto llegar. Pero aun cuando algunos de nosotros hemos estado trabajando en ello y prediciéndolo por años, las consecuencias teóricas son tan subversivas para las formas de pensar que mantienen a nuestros enanos y androides cómodos que difícilmente se les puede culpar por rechazar verla. Los hechos probaron que algo estaba mal con la metáfora de los "incentivos" que es la base de los razonamientos convencionales sobre la propiedad intelectual [22]. Pero los hechos hicieron más. Nos dieron un vistazo inicial al futuro de la creatividad humana en un mundo de interconexión global, y no es un mundo hecho para enanos o androides.
Mi argumentación, antes de hacer una pausa para refrigerios en el mundo real, puede resumirse de este modo: El software --ya sean programas ejecutables, música, arte visual, liturgias, armamento, o lo que sea-- consiste de cadenas de bits, las cuales aun cuando son esencialmente indistinguibles entre sí son tratadas por una multiplicidad confusa de categorías legales. Dicha multiplicidad es inestable a largo plazo por razones integrales al proceso legal. La diversidad inestable de reglas es ocasionada por la necesidad de distinguir entre los tipos de intereses de propiedad hechos con cadenas de bits. Esta necesidad es sentida principalmente por aquellos que se sostienen de lucrar de las formas aceptables socialmente de monopolio creadas por el hecho de tratar a las ideas como propiedad privada. Aquellos de nosotros que estamos preocupados por la inequidad social y hegemonía cultural creadas por este régimen insatisfactorio intelectualmente y morlamente repugnante somos abucheados. Quienes nos abuchean, los enanos y los androides, creen que esas reglas de propiedad son necesarias no debido a un anhelo descarado de vivir en Murdochworld --aunque un poco de cooptación lujosa es siempre bienvenida-- sino porque la metáfora de los incentivos, a la cual toman no sólo como un simple símbolo sino como un fundamento, prueba que esas reglas --a pesar de sus lamentables consecuencias- son necesarias si queremos hacer buen software. La única forma para seguir creyendo eso es ignorando los hechos. Al centro de la revolución digital, con las cadenas de bits ejecutables que hacen todo lo demás posible, los regímenes propietaristas no sólo no mejoran las cosas, sino que pueden empeorarlas radicalmente. Los conceptos de propiedad, y cualquier otra cosa que pueda estar mal con ellos, no facilitan y de hecho han retrasado el progreso.
¿Pero cual es esta misteriosa alternativa? El software libre existe, pero ¿cuales son sus mecanismos, y cómo se generaliza hacia una teoría no propietarista de la sociedad digital?
22. Hace tan poco como 1994 un estudioso de leyes y economía talentoso y técnicamente competente (aunque usuario de windows) en una de las principales escuelas de leyes de los E.U. me informó confiadamente que el software libre no podía existir, porque nadie tendría ningún incentivo para hacer programas realmente sofisticados que requirieran una inversión sustancial de esfuerzo tan sólo para regalarlos.
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