No es tan complejo o difícil como yo creía el de La tarea del héroe. El tono no es al que me tiene acostumbrado Savater, es más serio y academicón, más rebuscado y con muchas citas eruditas. También hace referencia a pasajes bíblicos, a pinturas, y a otros elementos de los que saca arquetipos, analogías y comparaciones. ¿Por qué?, pues por lo mismo que Freud tomó a Edipo como bandera en sus estudios sobre el comportamiento y las tendencias y pulsiones de los hombres; para ilustrar por medio de un ejemplo conocido por las personas cultas y para que sonara elegante y antiguo. Definitivamente si se toma al Edipo de modo literal se puede concluir que los hijos buscan asesinar a sus padres para casarse con sus madres, pero si la cosa fuera así habría una guerra sin cuartel entre generaciones, y por la experiencia y la ventaja que le llevan los veteranos a los novatos se haría una masacre de menores por mano de sus mayores periódicamente. Como la cosa no es así, y los hombres adultos suelen intentar criar y educar a sus hijos lo mejor que pueden, y los hijos suelen pasar de la etapa de Edipo sin destruir a sus progenitores, para luego por lo común venerarlos e idolatrarlos. Hay que pensar en la analogía edípica de modo suave y no fundamentalista. Del mismo modo Savater usa ejemplos bíblicos porque son parte del bagaje cultural colectivo entre la mayoría de los hispanohablantes.
En otro tema, entre mis lecturas cotidianas está también la columna Bajo la lupa de Alfredo Jalife-Rahme, en La jornada, pues me parece que el señor es cultísimo y sabe de lo que escribe y plantea una visión global apegada a la realidad y un análisis geoestratégico certero de las movidas de los jugadores más poderosos, y de los que van en ascenso. Algunas veces menciona a México, pero sólo para deplorar lo paisanos (o poco visionarios) y serviles que son los políticos del patio trasero gringo. Resulta que uno de sus términos prefereidos es "la banca anglosajona-israelí", que nadie más la menciona por diversos motivos, entre los cuales, que cualquier mención despectiva o crítica de cualquier término o concepto relacionado con Israel, es censurado y tachado de antisemita por los medios masivos de propaganda comerciales. Debido a esa expresión, dicha columna ha estado bajo ataque las últimas dos semanas por pseudointelectuales de derecha que se dan golpes de pecho y alegan que sus palabras no son ataques, sino ejercicio de su libertad de expresión, y de la posibilidad de crítica propia de las democracias. En el campo contrario están unos aduladores que intentan defender torpemente al autor. Por desgracia he leído demasiado tarde la columna y sus comentarios, y La jornada desactiva la posibilidad de comentar cierto tiempo después de la publicación de los artículos; así que no he podido entrar al duelo en curso, pero me encantaría medirme con esos anti-no-semitas que pretenden desacreditar a AJR.
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