25 de julio de 2010

Del consumo a la producción

Supongamos ahora, que ya se tiene un grupo de consumo consolidado. Que se obtienen beneficios del mercado como: precio por volumen, pago diferido, entrega a domicilio, facturación, etc. El grupo debería de ser de entre 15 y 30 personas, todas solicitando del consumo grupal aquellos productos que saben que les sale mejor comprar juntos, aquello que cada uno tiene comprobado históricamente que va a consumir, y por lo tanto puede planificar anticipadamente, y aquello que sea medianamente predecible, como los ingredientes para prepararle una cena a algunos invitados distinguidos, dependiendo de la anticipación de la invitación, etc. Al final la idea es que cada individuo se beneficie al máximo de un consumo grupal voluminoso. Que pueda determinar por medio de proyecciones y gráficos qué tanto se benefició con respecto a consumir individualmente, y con respecto a consumir desorganizadamente, y que de manera racional y fría pueda determinar que le conviene permanecer en el grupo de consumidores.

Creo que debería haber un mecanismo para multiplicar los grupos de consumo, tal vez que una parte del grupo promoviera el modelo entre los vecinos, colegas del trabajo, miembros de su familia, etc. Probablemente que cuando se llegara a 31 o 32 miembros el grupo tuviera que dividirse en dos partes iguales, y buscar el modo de volver a crecer hasta treinta. Treinta es un número elegido arbitrariamente, en realidad habría que hacer un cálculo para ver cuantos participantes debe haber mínimo y máximo. Mínimo para considerarse un grupo de consumo, y máximo antes del umbral del caos. No conviene que el grupo permanezca estático, a pesar de que podrían volverse cada vez más habilidosos y mejores consumidores grupales si el mismo conjunto de personas se mantuvieran juntas. Sin embargo la idea no es quedarse ahí, sino seguir a la siguiente etapa del plan. Si la cosa tan sólo fuera beneficiarse un poquito con respecto a consumir individualmente tal vez sí, pero la idea es la revolución. Y no la revolución de tomar el poder por la fuerza y cambiar las cosas para que todo siga igual, sino la de lograr que ciertos valores prevalezcan.

Así que, para que la red de consumo crezca, llegando a cierto tope de crecimiento, igual que una célula, el grupo de consumidores tendría que dividirse para seguir creciendo. Y no se trata de crecer por crecer, sino de hacerlo para alcanzar una masa crítica de consumo de ciertos productos. Tal vez los distintos grupos se coordinarían para hacer pedidos cada vez más grandes, podrían organizarse grupos de grupos, pero también, una de las ideas es que haya grupos base limitados en cuanto al número de socios, en los que todos se conozcan y trabajen para el beneficio interno, ya si luego se diera un grupote con treinta grupos eso estaría magnífico, pero, igual que con los grupos base, en los que cada individuo conserva su autonomía y puede comprarse mucho de lo que consume aparte, por su parte, en el caso de los grupotes, los grupos integrantes también tendrían esa misma autonomía.

En el próximo post de estrategia, ahora sí, hablaré de la tercer etapa.

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